Publicado el 29 de febrero de 2024
Si hay un comic que presenta a la perfección el, afortunadamente extinto, gobierno de
socialistas y Compromís, es el de Pepe Gotera y Otilio, chapuzas a domicilio. Pepe
Gotera y Otilio eran dos obreros que generaban desastre tras desastre en cada obra
que intentaban abordar. Pepe Gotera era como el PSPV, un jefe que se limitaba a
mandar y mirar, pero sin mancharse las manos. También se caracterizaba por ser muy
proclive a mirar al cielo y lamentarse de que su compañero de empresa fuese Otilio.
Otilio era Compromís, el “chapuzas”, con escasas ganas de trabajar, que ejecutaba de
mala manera las obras que le encargaba su jefe. Se podría decir que era como el
mestizaje del Botànic, nula planificación, sin capacitación, escaso trabajo y desastre
inevitable.
Una de las últimas acciones emprendidas por el gobierno del “progreso valenciano”
fue el de asumir la gestión de la concesión de la Inspección Técnica de Vehículos
(ITV) de la Comunidad Valenciana de forma pública.
La ITV tiene como objetivo tratar de garantizar que los vehículos que circulan por
nuestras calles y carreteras tienen unas condiciones de seguridad razonables.
También comprueban que las emisiones de los gases de escape de los vehículos se
encuentran dentro de los límites fijados por la ley. Podríamos debatir si es razonable la
legislación al respecto, los plazos de revisión e incluso el modelo elegido para
garantizar el funcionamiento de la ley, pero si acaso ya lo hacemos en otro artículo.
El caso es que, en la actualidad, todos los que disponemos de un vehículo tenemos
que acudir periódicamente a dicha revisión, previo pago de la tasa correspondiente.
Parece un negocio rentable: plazos determinados e inexorables con amenaza de
multa, clientes cautivos, precios fijados. En la Comunidad Valenciana en su momento
se eligió, entiendo que, con buen criterio, el modelo de concesión. Al final unas
empresas eran las responsables de gestionar el servicio, desde la cita para la revisión
hasta el visto bueno final.
En mi experiencia de muchas ITV pasadas, el servicio, más allá de la incomodidad de
perder dos horas allí, era bastante aceptable. Parece que no solo era mi opinión, sino
que todos los informes técnicos de la Conselleria apuntaban que era más razonable
seguir con el modelo de concesión. Ya que, entre otras, se valoró no solo la dificultad
de llevarlo a cabo sino además, la problemática de las diferentes concesiones
existentes y salarios heterogéneos de los trabajadores en función de categoría y
concesión.
Pero llegó el entonces Conseller Rafael Climent, no se si en plan Pepe Gotera y Otilio
o en plan “muerte a la empresa privada”, y decidió crear una empresa pública.
Curiosamente todo ello en vísperas de las elecciones y prometiendo a los trabajadores
subidas salariales, pero sin los preceptivos informes económicos. Si a esto le
sumamos una escasa planificación para gestionar el servicio desde la empresa
pública. ¿Qué podía salir mal?
Pues, más allá de la huelga actual de los trabajadores, que se sienten engañados,
ahora los valencianos tenemos una gestión de citas infame e insuficiente y que está
generando tensión entre los conductores y numerosos artículos como el que realizó
este periódico en los que te indican como evitar las multas si no puedes pasar la ITV.
Hay un dicho bastante discutido que reza “lo que funciona, no lo toques”. Quizá yo lo
dejaría en “Lo que funciona no lo toques, pero si lo vas a tocar, no contrates a Pepe
Gotera y Otilio para mejorarlo”.
La consellera actual, Nuria Montes, parece que prefiere arreglar el estropicio que dejó
el gobierno de progreso, pero manteniendo el mismo modelo de gestión pública que
estos propusieron. Visto lo visto, pienso que sería razonable valorar otra vez lo de las
concesiones privadas.