Menas en la costa

Publicado en el diario ABC el 10 de julio de 2024

Durante más de dos siglos, los piratas musulmanes asolaron nuestras costas. Para avisar de sus posibles ataques se construyeron una serie de puestos de defensas y torres, muchas de las cuales podemos ver todavía. En aquellos tiempos se popularizó la expresión “no hay moros en la costa”, para indicar que no se vislumbraba peligro en aquel momento. En la actualidad, la llegada de barcos piratas ha sido sustituida por auténticas oleadas de otro tipo de embarcaciones repletas de inmigrantes ilegales.

Esta llegada masiva de ilegales y la inacción de los gobiernos español y europeos está llevando a una crisis. Esta crisis puede debilitar enormemente los gobiernos de coalición de Partido Popular y Vox debido a la amenaza del dirigente de esta última formación, Santiago Abascal, de romper los gobiernos autonómicos donde se acepten los inmigrantes ilegales que ya colapsan las Islas Canarias.

Ignoro si el señor Abascal cumplirá su amenaza, pero tras el manifiesto error de cambiar a Giorgia Meloni por Viktor Orban, uno ya los cree capaces de cualquier barbaridad. El presidente valenciano, Carlos Mazón, parece que está aguantando la presión de sus socios, pero también exige al gobierno socialista que tenga en cuenta las dificultades para admitir más ilegales sin medios. Desgraciadamente de ese gobierno socialista y sus musas no podemos esperar ninguna propuesta de solución sensata. Escuchar a Silvia Intxaurrondo, a la que llaman la portavoz oficiosa del gobierno Sánchez, decir que “Los menas vienen a aportar su talento para hacer brillar esta sociedad” es abandonar toda esperanza de afrontar con seriedad el problema.

En los tiempos de Lepanto, Europa, conocedora del peligro de los turcos, creó una coalición, que, a excepción de los franceses, pudo hacer frente a la amenaza. Pero ahora ni existe esa unidad de acción ni tenemos un Don Juan de Austria que la lidere. Es más. Europa parece inmovilizada, porque no sabe cómo hacer frente a la avalancha eficazmente sin que su corazoncito de izquierda woke se resienta. 

El mar Mediterráneo se ha convertido en una tumba de muchas personas que, engañadas por las mafias, se introdujeron en una barquita que muchos no utilizaríamos ni en la orilla de la playa. Todo ello en busca de un futuro mejor, que Europa es capaz de garantizar y sus países no. Hay que intentar conseguir que las personas que quieran venir a Europa lo hagan de forma legal a través de nuestros consulados, y no dejarles como única opción pagar la mordida a la mafia. Para ello hay que actuar. Primero mejorando la labor de esos consulados. Y, en segundo lugar, abortando en origen esas oleadas de embarcaciones con inmigrantes ilegales. La ley del mar obliga a rescatar a cualquier persona que esté en peligro, pero también facilita dejarlo en el puerto más cercano y este no tiene porque ser necesariamente un puerto europeo. También hay que saber que hay zonas en las que se puede restringir el paso a aquellas embarcaciones que tengan intenciones contrarias a los intereses del país. Australia y Estados Unidos lo hacen. No hay que ser los tontos del club, y sino pregúntese porque siendo Gibraltar mucho más fácil de localizar que cualquier otro punto de la costa española cuando pasas el estrecho, casi ninguna patera acaba allí.

Se debería también activar la devolución en caliente de inmigrantes que cruzan la frontera arrasando todo lo que tienen enfrente, poniendo en riesgo la vida de nuestras fuerzas de seguridad.

Y por último queda la integración de los que finalmente llegan, muchos de los cuales son menores de edad. Esa integración no se consigue dejándolos a su albur sin ofrecerles algún tipo de futuro. Esto implicaría la imprescindible formación de los recién llegados en lo que sería “el espíritu de Europa”, implicando conocimiento y asunción de la lengua y cultura del país que los acoge. También sería necesario implicar a muchas empresas faltas de personal, que, de forma simbiótica, puedan ayudar en una especie de “FP dual”, donde estos menores puedan adquirir un oficio y de paso se paguen lo que cuesta su estancia aquí.

Pero pierdan toda esperanza, la inmigración ilegal es algo que ya se está utilizando por los unos y los otros como arma arrojadiza. Nadie quiere resolver un problema, unos niegan que exista a pesar de todos los indicios.  Los otros aseguran que esto va a acabar con Europa, pero tampoco plantean soluciones. Ya hay gente que bromea diciendo que, tras las últimas elecciones en Francia, “África empieza en los Pirineos”. Y mientras tanto en España todos los mensajes que nos llegan es que otra vez “Hay moros en la costa”.

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