“Por los pelos” es una obra de teatro en las que se mezcla el humor y la investigación policial de un asesinato ocurrido en una peluquería. Al parecer esta es la obra más representada en los Estados Unidos. La obra tiene como innovación que el público interviene junto a los protagonistas en la investigación del asesinato, y, de hecho, es el que decide finalmente quién es el asesino.
Cada vez la toma de medidas a nivel nacional y autonómico me recuerda más a dicha obra de teatro, al tener la certeza de que tras cada absurda nueva decisión del gobierno no se haya ningún comité de expertos, sino que aplican las medidas que piensan que la gente de a pie desea, sin importar de si son eficaces o no. El resto de las actuaciones del gobierno se basa en poner cara triste al indicar las nuevas medidas a tomar, por cierto, en esto al President Puig no le supera nadie.
La última medida ha sido la de regular los precios de los test de antígenos que seguían disparados muy por encima de la media europea. Cualquier gobernante con un mínimo de capacidad analítica hubiese observado como el resto de los países habían conseguido contener los precios y hubiese valorado aplicar la misma medida. Era tan fácil como liberalizar la venta de estos productos, que se habían convertido de primera necesidad, permitiendo su venta a supermercados y grandes superficies. Pero a los indocumentados de nuestros gobernantes eso no les vale, tienen que innovar, aunque sea aplicando la misma medida que con las mascarillas le salió mal. Al final en España seguiremos pagando los test de antígenos de los más caros de Europa y en algunos lugares se correrán riesgo de desabastecimiento. Oferta, demanda, costes, beneficio, logística y muchos otros factores intervienen, pero el gobierno hace caso al público y no a los expertos, no sea que les estropeen una buena rueda de prensa. Pero en ese llega el Partido Popular y copia la propuesta socialista, pero con un menor precio. Menos mal que ellos se autocalificaban como liberales, pero parece que son otros que siguen el modelo la obra de teatro.
Si hablamos de encuestas de opinión para la toma de medidas no hay más que volver a las absurdas decisiones de la mascarilla obligatoria en la calle y la del pasaporte Covid. Esta última, al haber sido una medida autonómica, se puede contrastar fácilmente su ineficacia con respecto a las autonomías que no lo han aplicado. El pasaporte Covid podría haber tenido algún sentido si las personas vacunadas no contagiasen el virus, pero parece que no es así., pero parece que no es así. Por ello, posiblemente se ha generado una gran cantidad de contagios en una serie de lugares cerrados donde los valencianos nos quitábamos las mascarillas durante un largo tiempo con una falsa sensación de seguridad. Ninguna de las dos medidas se tomó con base científica sino más bien, al albur de una sensación de pánico y odio hacia los no vacunados por parte de la ciudadanía.
Si la cúpula de la Conselleria de Sanidad gestionase mejor la estadística, quizá en vez de tanto pasaporte Covid podrían haber sido más didácticos y con los números en la mano poder explicar a la ciudadanía las ventajas de la vacunación en vez de criminalizar a los que no se vacunan. También podrían explicar que estamos lejos de garantizar la seguridad al cien por cien frente al Covid entre los vacunados y que hay que seguir utilizando medidas complementarias. Y ya de paso, se podrían dar cuenta de que se nos sigue suministrando a la Comunidad Valenciana menos dosis de las que nos corresponde por población.
Al final, da la sensación de que el modelo socialista de gestión de la crisis es una mezcla entre lo que interesa al gobierno en cada momento y lo que piensa que los ciudadanos creen que se debería hacer. Confío y deseo que no haya ninguna catástrofe nuclear en España, pero si ocurriese, preferiría que se preguntara a los ingenieros expertos en el tema en vez de tomar las decisiones en base a los resultados de una encuesta telefónica a cien mil ciudadanos preguntándoles su opinión. Y es que al final descubrir a un asesino de la ficción de una obra de teatro es una cosa y lo de enfrentarse a una terrible pandemia otra.