¿Seré franquista?

¿Seré franquista?

Publicado en Abc el 24 de abril de 2024
Lo reconozco, soy culpable, culpable de leer en mi juventud más de uno de los libros
que el escritor valenciano Fernando Vizcaíno Casas escribió. En todo caso, debería
compartir la culpa con mi padre, que era el que los compraba. Vizcaíno Casas era
considerado por muchos como un nostálgico del franquismo, por otros, un crítico con
algunas de las cosas que la democracia había traído a España. También algunos lo
calificaron como visionario por la forma en la que predijo el absurdo al que podríamos
llegar con la implantación de las lenguas autonómicas en Congreso y Senado.
Recuerdo especialmente su libro “Cien años de honradez”, dónde con gran sentido del
humor, pero también con mucha documentación, narraba los primeros años del
felipismo. Para “mi joven yo” era muy curioso y estimulante comparar la visión
triunfalista que la televisión de entonces retrataba aquellos años, con la mirada crítica
de Vizcaíno Casas. También lo fue comparar el relato que de la guerra civil hacía
Ricardo de la Cierva en el semanario “Época” con el que podía leer sobre la misma
contienda escrito por el historiador inglés Hugh Thomas, de gran relevancia por
aquellas fechas. Quizá el leer prácticamente todo lo que cayera en mis manos en
aquellos tiempos, y pensar que nada de lo que leía necesariamente era cierto al cien
por cien, me ayudó mucho a construir mi espíritu crítico.
Ese espíritu crítico puede ayudar a entender una época que no viviste o en la que eras
demasiado pequeño para darte cuenta de lo que ocurría más allá de tu casa o de tu
grupo de amigos. De aquellos años solo recuerdo las imágenes en televisión de
enormes colas de gente rindiendo pleitesía a los restos mortales de Franco en el día de
su entierro. Sí que recuerdo una conversación de mis padres acerca del apoyo que
tenían que dar a la votación al referéndum de 1976 que sepultaba la dictadura y daba
origen a la democracia que hoy en día disfrutamos.
Y es que muchos podían ser nostálgicos del franquismo, o quizá de la época en la que
fueron jóvenes, pero como no podía ser de otra manera, el franquismo murió con
Franco. Quizás se podía haber hecho una transición mejor, o quizás no, ya todo es
historia ficción. Parece evidente que hoy en día pagamos algunos de los errores
cometidos en aquellos años, pero sinceramente yo no creo que se pudiera haber
hecho mejor.
Pero incapaz de solucionar los problemas del hoy, la izquierda parece empeñada en
tratar de ganar las guerras que perdieron hace casi cien años. Y han regresado Franco,
Largo Caballero y los millones de muertos en las cunetas para tratar de encrespar y
dirigir a la sociedad del siglo XXI. Que Franco fuese un dictador no lo niega nadie, que
Largo Caballero fuese además de un radical, un inútil consumado que perdió la guerra
tampoco. Que Franco dio un golpe de estado en 1936 contra la República democrática
no lo puede negar nadie, tampoco que el PSOE y la UGT organizaron otro contra la
misma Republica en 1934. La historia es la que es, aunque pueda tener diversos
matices.
Y llegamos a 2024, y la Cortes Valencianas van a aprobar una ley de Concordia
Democrática, parece que para contrarrestar la ley de Memoria Histórica promulgada
por el socialista Sánchez con la colaboración de Bildu. Conociendo los autores de esta
última, seguro que me gustará más la primera.

Y es que la izquierda se indigna porque una consellera del gobierno valenciano, Elisa
Nuñez, dijese que Franco era un personaje histórico, pero no le molesta que Zapatero
califique de “Presidente” al huido de la justicia Carles Puigdemont. También esa
izquierda que solo se indigna hasta que finalizaron las elecciones vascas, de que el
candidato de Bildu no quisiese calificar de banda terrorista a ETA.
Es posible que la izquierda necesite algo más tangible que el término fascista para
insultarte cuando pones en duda alguno de sus dogmas y por eso ha resucitado a
Franco. Si pones en duda la inmersión lingüística eres franquista, si crees que se
debiera limitar la influencia de los independentistas a través de una nueva ley electoral
eres franquista, si escribes en ABC eres franquista (no es broma todo eso me ha
pasado en redes sociales). Así, casi cincuenta años después de su muerte, Franco está
más presente entre nosotros que al año de morir. Vizcaíno lo predijo con su libro “al
tercer año resucitó”. En su narración, Franco decide volver al Valle de los Caídos al
comprobar cómo ha cambiado España tras su muerte. Si lo escribiera ahora describiría
como la izquierda trata de impedírselo.

Bildu o el vicelehendakari del PP

Bildu o el vicelehendakari del PP

Publicado en Abc l 17 de abril de 2024


El día que los terroristas de ETA asesinaron al almirante Carrero Blanco tenía miedo
de irme a dormir por la noche, miedo a que los asesinos llegasen a mi casa e hiciesen
lo mismo conmigo. Tampoco puedo olvidar la cantidad de años en los que hemos
pensado lo peligroso que podía ser ir a Madrid o Barcelona por si ETA cometiese uno
de sus salvajes crímenes. El miedo a ir a Barcelona duró algo menos, ya que tras la
tregua firmada entre los de Esquerra Republicana y los terroristas de ETA, estos
últimos se comprometieron a no atentar en Cataluña. En su momento entendí que a
los de Esquerra les daba igual si un catalán era asesinado, siempre que lo fuese en el
resto de España.
Unos años más tarde, los de Esquerra Republicana gobiernan en Cataluña y el partido
de los sucesores de ETA tiene serias opciones de hacerlo en el País Vasco. Ya
gobiernan con el apoyo del Partido Socialista en la capital navarra.
Mientras tanto, la izquierda está empeñada en volver a juzgar todos los crímenes
sucedidos durante la guerra civil, obviamente solo los de un bando, no sea que se les
vea la vertiente criminal de su partido en aquellos años. Este es el país que tenemos,
donde algunos pretenden recordar lo sucedido hace casi un siglo, pero sepultar los
crímenes que los terroristas de ETA cometieron en plena democracia. Para mayor
tristeza de muchos de los que consideramos a la guardia civil como un cuerpo
ejemplar del que sentirnos orgullosos, parece que alguno de sus mandos ha
colaborado por acción o por omisión en ocultar la implicación de uno de los líderes de
Bildu, Arnaldo Otegi, en algunos de los crímenes cometidos. Una de dos, o es algo de
lo que se acordó en los pactos de investidura del socialista Sánchez o la izquierda no
quiere que se les estropee su política de “pactos de progreso” con los que siguen
homenajeando a los asesinos etarras.
La alternativa al candidato de Bildu es Imanol Pradales, del partido más traidor de la
historia de España desde que Aníbal desembarcó en lo que sería nuestro país. El PNV
lleva toda su existencia mirando solo por su interés. Ha traicionado al PP, pero también
a los republicanos, que vieron como los valientes gudaris les abandonaban en plena
ofensiva de las tropas franquistas. Luego te venderán lo del cinturón de acero
antifranquista, pero no reconocerán que se rindió sin pegar un solo tiro. Tiene algo de
justicia poética que los del PNV ahora tengan miedo de que el partido al que siempre
protegieron, pisoteando cualquier atisbo de dignidad, pueda arrebatarles el poder.
Podían haberlo pensado antes de proponer el famoso pacto de Estella para blanquear
a los abertzales tras la conmoción existente en toda España por el asesinato del
concejal popular, Miguel Ángel Blanco.
Lo cierto es que el PNV se aprovechó de que la violencia etarra expulsara del País
Vasco a aquellos que podían ser una alternativa democrática y de paso también les
permitía chantajear a los gobiernos sucesivos del España.
El candidato socialista, Eneko Andueza, sigue diciendo a todo el que le da los buenos
días que él jamás va a pactar con Bildu. De momento ha sido incapaz de explicar
porque en Navarra o en España sí que pactaron con ellos. Obviamente viendo la
trayectoria reciente de los socialistas muy poca gente le cree. Hay un chiste que
circula por las redes en las que dice que unos estafadores están buscando a esos
votantes crédulos que confían todavía en la palabra de los socialistas, para intentar
venderles la torre Eiffel.

Desgraciadamente los partidos de estado lo tienen complicado. Los militantes de Vox
se juegan la vida cada vez que intentan realizar un mitin. Es bastante miserable que
algunos que se llaman demócratas, aplaudan a los salvajes que les impiden realizarlos
con normalidad.
Por último, queda el Partido Popular. Me encantaría que obtuviese los suficientes
diputados como para poder decidir si el futuro lehendakari fuese del PNV o de Bildu.
Confío que si eligen al primero sea a cambio de que uno de los suyos fuese el
vicelehendakari. Visto lo visto, cada vez hay menos diferencias entre que gobierne el
PNV y los socialistas, a que gobiernen estos últimos con Bildu. Y decantarse de gratis
por la primera opción podría llamar la atención de esos estafadores de las redes
sociales y que estos intentaran vender la torre Eiffel a los del PP. Y si dudan, que se le
pregunten a los que dieron la alcaldía al socialista Collboni en Barcelona.

¿Libertad lingüística o traición a sus votantes?

¿Libertad lingüística o traición a sus votantes?

Publicado en Abc el 9 de abril de 2024

Tras la victoria de los aliados en el Alamein frente a las tropas de Hitler, el primer
ministro británico, Winston Churchill, dijo aquello de «Esto no es el fin. Ni siquiera es el
principio del fin. Pero tal vez sea el fin del principio».
Estas podrían ser las palabras que recite el conseller de Educación, José Antonio
Rovira, ante la presentación de la ley de libertad lingüística que, previsiblemente
Partido Popular y Vox aprobarán en breve en las Cortes Valencianas.
Si esta ley es el fin del principio, cabría recordar que el principio se produjo cuando el
socialista Ximo Puig encargó a Vicent Marzà, un nacionalista de Castellón con escaso
conocimiento de la realidad lingüística de la Comunidad Valenciana, gestionar la
educación de los jóvenes valencianos. Marzà, al que se le podría perdonar su escaso
conocimiento inicial de esa realidad, pero no su falta de voluntad de conocerla, ya que
esta realidad podría destruir su pensamiento onírico sobre la necesidad imperiosa de
imponer el aprendizaje del valenciano y a desterrar en lo posible el español de las
aulas. Al final ese pensamiento onírico se plasmó tras múltiples derrotas jurídicas en la
ley del plurilingüismo, todavía vigente.
Al equipo de Mazón le ha costado casi un año poder construir un borrador que pudiera
llevar a los colegios esa libertad de elección de la lengua vehicular que había
prometido en campaña. Y el resultado final parece que no ha contentado a todo el
mundo. A la izquierda era previsible, ya que con la coherencia que lo caracteriza
hubiesen criticado cualquier propuesta que venga del equipo de gobierno sea la que
sea. Obviamente al tratarse de un tema tan espinoso como es el de la lengua, ya han
sacado a pasear el espíritu de Franco, que es el comodín que de tanto utilizarlo se les
va a gastar.
Los que se han sentido traicionados son muchos de los votantes de Vox, que
esperaban una ley que erradicara casi completamente el valenciano de las aulas. No
ha sido así como era previsible, ya que, en una comunidad bilingüe, como es la
nuestra, podría no ser razonable e incluso recurrible. En cualquier caso, si los
negociadores de su partido hubiesen sido algo más hábiles en el momento del pacto
de gobierno, podrían haber aprendido de Compromís y haber exigido la Conselleria de
Educación. Quizá en Madrid desconocieran lo sensible que es este tema y los
enormes réditos que le podría haber dado de gestionar dicha Conselleria. Ahora solo
les queda asumir el documento que ha confeccionado el Partido Popular, aunque
pueden solicitar algunas mejoras.
La proposición de ley es correcta. Me gusta que se vaya a preguntar a los padres la
lengua base con la que quieren que se eduque a sus hijos, ya que permitirá conocer la
realidad lingüística de nuestra Comunidad, en vez seguir sobre unas hipótesis con
escaso fundamento. También me ha parecido adecuado que se contemple que los
estudiantes puedan utilizar libros y realizar el examen en la lengua que deseen. El
hecho de que haber obtenido determinadas calificaciones en las asignaturas de
valenciano de bachillerato o en las pruebas de la EBAU sea equivalente al “C1” es
algo que animará a muchos estudiantes a realizar esas pruebas con interés. También
romperá el mercado, algunos lo llaman mafia, de la obtención de certificados.

La determinación de los porcentajes de uso de las lenguas oficiales en las asignaturas
es algo complejo y habrá que esperar a ver como se articula en cada curso en los
centros escolares.
Esta ley es el primer paso por mejorar la educación de nuestros jóvenes. Queda un
largo camino por recorrer. Será importante saber qué hace el gobierno en base a los
resultados de las consultas a los padres de toda la Comunidad. También es importante
comprobar si se atreven a modificar las pruebas de acceso a la universidad para no
seguir perjudicando a muchos valencianos que tienen que seguir haciendo de forma
obligatoria el examen de valenciano.
Yo considero que esta ley de libertad lingüística es tan solo el fin del principio. Si se
aprovecha de las posibilidades que aporta, se podrá conseguir el principio del fin de
las anormalidades que trajeron socialistas e independentistas a su paso por el
gobierno valenciano. En caso contrario, quedaremos en el fin del principio hasta que
vuelva a gobernar la izquierda y retrocedamos una vez más en el tiempo.

Oltra, Ayuso y el destino del rey Pedro

Oltra, Ayuso y el destino del rey Pedro

Publicado en Abc el 3 de abril de 2024


El rey Pedro II de Aragón, padre de nuestro Jaume I el conquistador, encontró la
muerte en la localidad fortificada de Muret. El comandante de sus enemigos, Simón de
Monfort, había decidido que una de las acciones que podían facilitar su triunfo era
precisamente la muerte de su rival. Por ello, mandó expresamente a dos caballeros a
que se encargaran, lo más pronto que pudieran, de abatir al rey rival. Así lo hicieron y
consiguieron que, con la muerte de rey, las tropas de este emprendieran la retirada.
Más allá de lo que se contaba de las acciones caballerescas de la guerra medieval, la
verdad es que en la mayoría de las ocasiones se buscaba lograr la victoria a cualquier
precio, y matar al rey o comandante rival era una de las formas de conseguirlo.
Algo así lleva sucediendo durante muchos años en nuestra política, cuya acción no se
basa en definir estrategias y planes que mejoren la vida de los ciudadanos, sino de
simplemente destrozar a las personas que brillan en el bando rival. Nadie puede dudar
de que Mónica Oltra había sido el artífice del éxito de una izquierda nacionalista
valenciana, que hasta el momento se había estrellado en las urnas sin ella. Y quizá
por ello, Mónica Oltra ha sido víctima de este modelo de estrategia. Así, veintiún
meses después de lo que antes se conocía como imputación, su caso ha sido
sobreseído. Pero durante todo ese incomprensiblemente largo período, Oltra dejó la
vicepresidencia del gobierno valenciano y unos meses más tarde la izquierda era
derrotada en las urnas.
El actual líder de Compromís Joan Baldoví se preguntaba “¿Y ahora quién paga por
todo el sufrimiento?, a lo que la ex alcaldesa de Alicante, Sonia Ramos, le contestaba
que “Ahora se aguanta como hemos hecho todos, todas y todes”. Y es que la izquierda
parece no querer darse cuenta de que en este tipo de acciones no ha sido solo víctima
sino también verdugo. No son solo los casos del pasado reciente, sino los mismos que
se rasgan ahora las vestiduras ante lo sucedido a Oltra, están a la vez pidiendo la
dimisión de la presidenta de la Comunidad de Madrid por los presuntos delitos fiscales
de su pareja. Se ve que el día que repartían en el cielo las dosis de coherencia, ellos
estaban escuchando un discurso de Fidel Castro.
En cualquier caso, parece que la Conselleria que dirigía Mónica Oltra actúo
negligentemente en el caso de la menor que sufrió abusos y de forma
sorprendentemente diferente a como lo hizo en otro centro ante un caso similar que
había ocurrido unos meses antes.
Pero tampoco hay que olvidar los hechos que condujeron a su dimisión. Lo primero
que hizo Compromís tras conocerse su imputación, fue organizar una fiesta en su
honor. Las imágenes vergonzantes de Baldoví y el entonces alcalde de Valencia, Joan
Ribó bailando encima de un escenario con Oltra la condujeron al borde del precipicio.
¿La izquierda progresista y feminista homenajeando a una señora presunta
encubridora de abusos sexuales a menores? Y Yolanda Díaz y Mónica García que
hasta ese momento compartían proyecto con ella, salieron silbando. Solo faltaba que
alguien diese el hachazo final, y fueron los socialistas de Ximo Puig los que lo hicieron.
Puig aprovechó la ocasión para librarse de un solo golpe de una socia incómoda que
le chantajeaba en cada presupuesto, y por otro lado eliminaba una rival del arco
político de la izquierda. Puig probablemente pensaba entonces que tenía suficiente
margen para seguir derrotando a la derecha. Puig le enseñó el camino del adiós a
Oltra con la bendición de la ministra Diana Morant. No me lo invento, las hemerotecas

están ahí. Así que provoca sonrojo la forma en la que ahora se dan golpes en el pecho
maldiciendo la injusta justicia.
¿Qué ocurrirá ahora? Probablemente Mónica Oltra si así lo desea volverá a liderar
Compromís, entre otras cosas porque sus sucesores han resultado ser un completo
fiasco. Obviamente todo ello con el aplauso de los socialistas que se han dado
cuenta que sin los independentistas valencianos no llegan al poder y fuera de él hace
mucho frío.
Por cierto, Simón de Monfort, el que diseñó el ataque al rey Pedro, murió cuando
asediaba la ciudad de Tolosa. Le lanzaron una pedrada cuando desde las murallas
detectaron que el jefe rival se ponía a tiro. Y es que el que a hierro mata a hierro
muere, en la época medieval y en la actual.