La ministra que repetía curso

Publicado en Abc el 1 de febrero de 2024
Antes se llamaba golpe bajo, ahora zasca, el caso es que la contestación del diputado de Vox
Joaquín Robles debió de doler a la ministra de Educación Pilar Alegría. Ocurrió en la
comparecencia de la ministra en la comisión de educación en el congreso de los diputados. La
ministra estaba haciendo un firme alegato contra la repetición de curso. “Suspender no sirve,
no ayuda ¿han seguido a las personas que suspendían en el colegio, saben dónde están?”.
Dejó la pregunta en el aire, ante lo que el diputado de Vox respondió “En el gobierno”.
Más allá de las risas que pudo provocar la ocurrencia del diputado y la cara de sorpresa de la
ministra, que con visible emoción había comentado los inconvenientes que tenía el repetir
curso, lo cierto es que este es uno de los problemas que asola la educación en España. Las
cifras de estudiantes que repiten curso en nuestro país son muy superiores a la mayoría de los
del resto de la Unión Europea.
Hace unos años en una conferencia, el ponente simplificaba el problema indicando que “Si en
primero enseñamos a sumar y en segundo a multiplicar, el profesor de este curso puede
suponer que sus estudiantes saben sumar. Pero ¿qué hacemos con el estudiante que no
aprendió a sumar en su curso?”. Las alternativas pueden centrarse en recuperar a ese
estudiante que, en un año concreto, en una situación concreta no aprendió a sumar. Partiendo
de la base que la mayoría de los expertos, la ministra también, apuntan que las repeticiones de
curso son contraproducentes, la solución sería que el profesor de segundo tratara de
recuperar a aquellos estudiantes que no sabían sumar.
La otra alternativa sería centrarse en aquellos estudiantes que con más o menos esfuerzo
aprendieron a sumar durante el curso. Así el modelo pasaría por que su aprendizaje no se
detuviese o ralentizase para tratar de poner a su nivel a aquellos que no lo hicieron durante el
curso pasado. Además de esta ralentización, es necesario valorar que en una sociedad tan
competitiva como la nuestra, el estudiante que se esfuerza y aprueba necesita ver dos cosas.
La primera es comprobar que él pasa de curso y la segunda que el que no aprueba no pasa.
Con ello puede justificar el sentido de esas horas dedicadas al estudio en vez de jugar al último
videojuego o ver unos cientos vídeos más de tiktok.
La solución de los sucesivos gobiernos casi siempre se ha centrado más en evitar la repetición
de curso, pero sin centrarse realmente en solucionar el problema, que en este caso sería que
el estudiante no sabe sumar. En muchos casos la solución dada por los profesores ha sido la de
bajar el nivel, con lo cual para pasar de curso es más sencillo, aunque no se sepa sumar. Pero
desafortunadamente bajar el nivel ha llevado implícita una bajada de la autoexigencia de los
estudiantes. Así, el problema se traslada al curso superior, al ciclo superior y así hasta llegar al
mercado laboral.
Soy optimista en el sentido de que, a pesar de todo, muchos jóvenes finalizan sus estudios con
una adecuada formación académica, sobre todo en determinados ámbitos donde en Europa se
los rifan. Pero si que me preocupa la degradación apenas imperceptible pero inexorable de
nuestro sistema educativo.
Considero imprescindible que la ministra de Educación coja las riendas y asuma el reto de
mejorar la formación de todos los jóvenes españoles independientemente de la autonomía en
la que estudien. Son necesarias más evaluaciones externas y desde el gobierno central en los
diferentes ciclos, a lo mejor sería sensato recuperar la propuesta de la reválida que hizo el
exministro José Ignacio Wert. También, es crítico involucrar a las familias en la formación de

sus hijos, los profesores jamás van a poder hacerlo solos. Formarse adecuadamente es
exigente, no se puede obviar que requiere habilidades y esfuerzo. Se trata no tanto de aprobar
a toda costa a un estudiante, sino ayudarle a que esté preparado para aprobar. Esto puede
suponer que en un determinado momento un estudiante pueda perder un tren, pero hay que
facilitar que coja el siguiente y continúe el viaje.

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