(Publicado en ABC el 8/12/2015)
No pude votar por la Constitución el día 6 de diciembre de 1978, pero sí que puede escuchar a mis padres conversando sobre la conveniencia de apoyarla. Con sus aciertos y errores, con las cosas que se podían haber hecho mejor, pero sin duda también muchísimas más peor, nos ha permitido tener algo que nos une a todos los españoles. Es curioso, los americanos hablan orgullosos de su Constitución, no existía Internet cuando la escribieron (aspecto que parece fundamental para el líder socialista Pedro Sánchez) pero la respetan por todo lo que supone. Mientras tanto, en España la ponemos en duda cada dos por tres.
Yo me limito a citar un dicho utilizado en arquitectura, “No derribes un edificio si no vas a construir otro mejor en su lugar”. Considero además que en 1978 nos pusimos de acuerdo en lo realmente importante.
Curiosamente, el mismo día 6 de Diciembre se celebra el día del patrón de la ciudad de Alicante, San Nicolás, y se conmemora la reconquista de la ciudad por parte del Rey Alfonso el Sabio en 1244. Así, es un día en el que cabe mirar hacia nuestro pasado y recordar cómo se construyeron los cimientos de nuestro presente más allá de todo partidismo.
No fue así. Quizá debido a los nervios por la cercanía de la convocatoria electoral, en vez de celebrar en Alicante un acto institucional en la que participaran todas las fuerzas se organizó todo lo contrario. Mientras el Consell de Ximo Puig celebraba la “Cons” en el Castillo de Santa Bárbara, la Diputación de Cesar Sánchez hacía lo propio con la “Tución” en su palacio.
No hubo unidad, los unos y los otros se repartieron en función de sus preferencias. El alcalde feliz, se evitaba ir a la procesión, contraprogramada por el acto del Consell, y así no molestaba a su vicealcalde. Una pena, ya que el Ayuntamiento es parte importante del acto.
Resumiendo, en el día que tocaba honrar a lo que nos une, tuvimos fractura y falta de respeto. Y es que cuando algunos dirigentes políticos quieren, rozamos el esperpento con enorme facilidad.