(publicado en el diario ABC el 5/06/2015)
En la antigua república romana se elegían a los cónsules para dirigir a los ejércitos. Si dos cónsules coincidían en la misma campaña militar, era habitual que alternaran el mando. Ante la invasión del gran general cartaginés Anibal, Roma puso a disposición de dos cónsules, Paulo y Varrón, el mayor ejército que habían reunido hasta la fecha. Paulo era un hombre experimentado y prudente, mientras Varrón era un impulsivo comandante. Anibal, conocedor de las virtudes y defectos de sus rivales, esperó que llegase el turno a Varrón para conducir al ejército romano a una trampa mortal en las llanuras de Cannas. En la ciudad de Alicante, los cabecillas del tripartito ya han mostrado el deseo que la alcaldía sea rotatoria y que cada uno de ellos la ocupe un determinado tiempo. Mientras en la campaña electoral parecía que lo importante eran las ideas, éstas han pasado a un segundo, o tercer plano, al concluir ésta. Alicante no puede permitir otros cuatro años de pausa o retroceso, dados los últimos desgobiernos que hemos sufrido. Es necesario marcar un programa de actuación que permita definir las acciones a realizar en los próximos cuatro años e incluso marcar la tendencia del siguiente mandato. Pero, la atracción de la vara de mando de Alcalde es muy grande y no hay confianza mutua entre los miembros del tripartito. Es fácil ir a la contra del que gobierna, no lo es tanto gobernar cuando la ambición y desconfianza superan al interés de la ciudadanía. En el preludio de la batalla de Cannas, mientras Paulo un día ordenaba el ejército de una forma, Varrón lo hacía de otra forma al día siguiente. Si se alterna la alcaldía en Alicante, puede ocurrir que los menos de dos años de mandato que correspondan a cada partido se queden muy cortos, más si cabe cuando cada uno de los partidos del tripartito querrá socavar el prestigio de los otros dos de cara a las siguientes elecciones. ¿Habría que ir a un modelo de segunda vuelta para garantizar más estabilidad?