La batalla más estúpida del tripartito

¿Es tan difícil llegar a acuerdos sin enfrentamientos públicos?

karansebes

(Publicado en el diario La verdad el 18/12/2016)

A finales del siglo XVIII el imperio austríaco inició una guerra contra el imperio otomano. Jose II de Habsburgo al mando del ejército austríaco al mando se dirigió hacia un lugar llamado Karánsebes. Por precaución, mandó a una avanzadilla formada por húsares. Éstos no encontraron rastro del ejército turco, pero sí a unos zíngaros que les vendieron unos barriles de alcohol a buen precio.

Mientras tanto, José II, preocupado por la tardanza de los húsares, mandó otro grupo de soldados a buscarlos. Estos al encontrar a los húsares completamente borrachos, les reclamaron que compartieran el alcohol con ellos. Al parecer se entabló una batalla entre ambos grupos que se agravó cuando, bajo los efectos del alcohol, confundieron al resto del ejercito austríaco, que se acercaba al oír los disparos, con el ejército turco. Dos días después, los turcos no daban crédito cuando encontraron a 9.000 soldados austríacos muertos en el campo de batalla y ninguno de otra nacionalidad. Aquel incidente se calificó como la batalla más estúpida.

En Alicante hemos tenido estos días un enfrentamiento no tan sangriento como el de Karánsebes, pero al menos bastante estúpido a propósito de la renovación del contrato con “El arca de Noe”, una especie de santuario para animales salvajes que dependía del apoyo económico del Ayuntamiento.

Tras un año y medio de mandato del tripartito sin ninguna incidencia al respecto, apareció Marisol Moreno, concejala de Guanyar, exigiendo el cese de la actividad por los múltiples informes negativos en su contra. En el otro lado, el alcalde socialista Echavarri se posicionaba defendiendo la continuación de la actividad e insinuaba intereses espurios de la concejala y la animaba a dimitir. La tercera pata del tripartito, los de Compromís, expertos en no mojarse ni en la peor de las inundaciones, inicialmente parecieron apostar por una decisión intermedia.

Por fin llega la junta de gobierno donde se debía tomar la decisión, a la que, extrañamente, los concejales de Compromís, que ya habían anunciado su intención final de no apoyar al alcalde, llegan tarde. El alcalde en vez de esperarlos somete a votación la propuesta, que gana con su voto de calidad. Cuando los concejales tardones de Compromís se enteran, exigen una nueva votación que se produce días después, en la que finalmente doblegan la voluntad del alcalde de seguir apoyando al centro.

Una vez más, a pesar de los altos grados de tensión alcanzados, el apego al poder y los sueldos hicieron que el tripartito no se rompiera ante la nueva disputa por un tema que no parecía ser tan vital.

Quizá ustedes se pregunten el porqué este tema sólo aparece al tener que renovar el contrato o porqué los dirigentes del tripartito no pueden debatirlo y llegar a acuerdos sin enfrentamientos públicos tan llamativos.  Yo también me lo preguntó, y al no encontrar respuesta me digo a mí  mismo “Cáspita vaya tropa”.

 

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