Publicado en el diario La Verdad el 30/10/16)
Fue uno de los grandes nostálgicos del franquismo, el escritor Fernando Vizcaíno Casas, el que con un curioso juego de palabras y cambiando los días por los años, publicó un libro titulado “Y al tercer año resucitó”. Un breve y crítico recorrido por los primeros años de nuestra transición planteando la hipótesis de la resurrección de Franco tres años después de su muerte.
Muchos nostálgicos no tenían rubor en decir “con Franco vivíamos mejor”, aunque como me decía mi padre, aquello escondía la mayoría de las ocasiones un deseo de volver a tu juventud, a otros tiempos posiblemente peores pero que recordabas con cariño. Pero nadie olvida que lo mejor es que la libertad democrática permitía eso, que se criticara al poder con naturalidad y sin miedo a que los “grises” vinieran a buscarte a tu casa.
Esta nostalgia jamás se convirtió en una alternativa política. El partido que representaba ese franquismo sólo consiguió un escaño en las elecciones de 1978 y su más llamativa aportación fue la de votar de forma negativa a todos los Estatutos de Autonomía.
En la transición se pasó muy de puntillas sobre el recuerdo de su figura. Según unos de forma pragmática, según otros de forma cobarde. Pero ese modelo de transición sigue siendo admirado. Lo normal es que al igual que se olvidó la floja película que se rodó basándose en la novela, el recuerdo de Franco se fuera disolviendo en el presente y formara parte de la historia de España, con la valoración que cada uno considere. Franco encabezó un alzamiento contra un gobierno democrático legítimo, ganó una guerra y murió en la cama de un hospital de “viejo”. Estuvo gobernando durante casi cuarenta años España, y en cuarenta años se pueden hacer muchas cosas, buenas y malas. Pero cada vez que determinados partidos de izquierda no tienen propuestas de cierto interés la figura de Franco se engrandece. Ahora ha sido con la protesta por las reválidas educativas que el Partido Popular pretendía imponer.
El lema ha sido “No a las reválidas franquistas”. Quizá ignoren que fue en los últimos años del franquismo cuando las reválidas desaparecieron y que en la actualidad muchos países democráticos disponen de modelos similares. Por cierto, la mejor campaña a favor de la reválida la hizo una de esas jóvenes manifestantes que portaba un cartel diciendo “No a la rebalida”.
Lo vergonzante del tema es que el gobierno haya permitido que empiece un curso escolar en el que ni profesores ni alumnos supiesen hasta esta semana si iban a realzarse las reválidas o no al final del mismo. También es preocupante que la izquierda vuelva a resucitar a Franco una vez más. Franco está mejor donde está, y lo curioso es que los que lo quieren resucitar no son sus cada vez menos nostálgicos, sino unos partidos liderados por gente que nació mucho después de que él muriera, y que carentes de propuestas, parece que piensan aquello de que “Contra Franco vivíamos mejor”.