(Publicado en el diario abc el 24/9/2024)

El escritor sueco Stieg Larsson autor del libro “Los hombres que no amaban a las mujeres” escribía “La justicia no se administra según los intereses de los poderosos, sino según los derechos de las personas”. Y desgraciadamente el reconocimiento de esos derechos depende en demasía de en qué lado del muro te encuentres o de los intereses de los poderosos de cada momento.

Y esos derechos pueden estar siendo pisoteados en un asunto previsiblemente menor, como puede ser el de los finalistas de un modesto concurso literario organizado por el Ayuntamiento de Valencia. Este concurso ha generado una repercusión de impensables consecuencias, llegando incluso a las televisiones nacionales.

Conocí a Carlos Flores Juberías, catedrático de la Universidad de Valencia, en los debates de una televisión valenciana en los que participábamos. Posteriormente fue presentado como el candidato de Vox a la Generalitat Valenciana, y al poco tiempo saltó la noticia que tenía un pasado con una condena por maltratos a su mujer durante el proceso de separación de esta. Flores, al estar en un lado del muro recibió todo tipo de ataques por parte de la izquierda, que lo consideraba indigno para ser un representante público a pesar de ser un hecho ocurrido hacía veinte años y por el que ya había cumplido la sanción correspondiente.

A pesar de todas los insultos y rasgamiento de vestiduras varios, Vox no solo consiguió un buen resultado en las elecciones autonómicas, sino que sumando con el Partido Popular (PP) obtuvieron la mayoría suficiente para formar gobierno.

Pero las puñaladas que recibes de los tuyos son las que más duelen y Flores la recibió en la negociación del gobierno con el PP. El candidato de Vox no podía formar parte del gobierno conjunto con el PP por su pasado y fue invitado a “exiliarse” presentándose a las elecciones nacionales como diputado. Uno podía pensar que, a cambio de prescindir de uno de sus mejores parlamentarios, Vox sacaría réditos en su negociación. Nada de eso. Se conformaron con abalorios, collares de cuencas de cristal y consellerias menores vaciadas de presupuesto.

Como un personaje secundario de una novela, Flores desapareció de la escena valenciana y pasó a ser un peón más del grupo parlamentario del grupo Vox en el Congreso de los Diputados. Pero lo que está claro es que Flores no es un político que se resigne al anonimato y en un giro de guion, apareció de nuevo en escena.

Carlos Flores se presentó a un concurso organizado por la concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Valencia, y resultó ser elegido por el jurado como uno de los finalistas del premio. Como era esperable, la izquierda aprovechó el asunto para recalcar lo impresentable que era que un maltratador de derechas obtuviese un reconocimiento en una publicación sobre igualdad.

La concejala responsable, Rocío Gil, puso cara de susto y pasó la toma de decisión a la alcaldesa María José Catalá.  Catalá lo tenía fácil, pero no, la alcaldesa no sé si en una decisión táctica para disparar a Vox, o por la típica decisión woke del PP, decidió suspender la entrega del premio. Había caído en la trampa, rápidamente recibió una andanada, ahora se llama zas-ca, en la que le recordaban que ese hombre al que no le quiere dar el premio es el que con su apoyo ayudó a Carlos Mazón a ser presidente de la Generalitat. 

Los compañeros de Vox de Carlos Flores, tampoco es que lo defendieron mucho, y se limitaron a decir aquello de que “Por un perro que maté, mataperros me llamaron”. Con estos amigos no hace falta buscarse enemigos.

Yo pienso, recordando lo que decía Larsson, que lo normal hubiese sido más allá de los interese políticos, respetar los derechos de todos los autores que se presentaron al concurso literario, que, con todos mis respetos, no es ni el premio Sajarov ni el Cervantes.

Flores no tiene ninguna deuda con la justicia, el jurado era independiente y soberano para tomar una decisión, y que por supuesto lo mejor que podía pasar es que una persona que en su día tuviera problemas con su mujer, en la actualidad escriba relatos con sensibilidad defendiendo la igualdad entre mujeres y hombres.

También se podía afirmar lo maravilloso que hubiese sido que los filoetarras o los golpistas catalanes con los que la izquierda pacta habitualmente, no digo yo que escribiesen relatos de arrepentimiento, sino que al menos mostraran síntomas de este.

Los del PP deberán darse cuanta de que en el relato de la izquierda siempre serán los malos hagan lo que hagan, y querer acabar con Vox antes de alcanzar el poder es posible que les impida alcanzarlo. Pero que más allá del tacticismo de los partidos políticos, el señor Flores ha ganado un reconocimiento en buena lid y el Ayuntamiento de Valencia debe cumplir las normas que dicta, independiente de los ladridos de la izquierda.

Por cierto, el temple y saber estar que ha demostrado Flores en las entrevistas a cara de perro que ha recibido a tenor de todo el asunto, seguro que hace pensar a más de un dirigente de Vox que hubiese sido más eficaz dejar a Flores al frente de Vox en el gobierno valenciano. Y cabe recordar también que la teoría de la izquierda de que ellos son los únicos aman la igualdad es una patraña que solo se creen ellos y algunos indocumentados del PP.

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