Publicado en Abc el 27 de agosto de 2024
Un buen día nos enteramos de que dentro del pacto de gobierno acordado entre socialistas y los de Sumar, había una cláusula para acordar el cierre de las líneas aéreas entre ciudades que estaban comunicadas por vía férrea en menos de dos horas y media.
Ante el revuelo generado y por los comentarios chistosos acerca de que, si eso afectaba a los habituales vuelos con el Falcon del presidente Pedro Sánchez, trataron de matizar la propuesta, pero dejando claro que era algo que estaba en su hoja de ruta para preservar nuestro planeta, y quizás a nuestro universo, del terrible cambio climático.
Hasta hace poco era una propuesta absurda e inútil, ya que en general los usuarios preferimos coger el tren para ese tipo de trayectos, a menos que se tenga que enlazar con vuelos con otros destinos más lejanos. Pero el gobierno socialista nos está acostumbrando a inventarse problemas que no existen y que tratan de solucionar con propuestas erróneas. El modelo de transporte ferroviario, sobre todo el que conecta grandes ciudades, aunque tiene un importante margen de mejora, ha facilitado enormemente el transporte para muchos usuarios, sobre todo por unas ratios de puntualidad mucho más que notables.
A nuestra Comunidad llegó en primer lugar el moderno Euromed, que comunicaba Alicante con Barcelona vía Valencia. Ahora le llaman la línea congelada, pues sigue prácticamente igual, incluso peor, tras muchos años de uso sin mejoras sensibles.
Los AVE a Madrid sí que habían supuesto una notable mejora sobre la alternativa al viaje en coche y como he dicho antes, limitaban a casos muy puntuales la necesidad de coger un avión.
Nada que ver con los trenes de la línea Alcoy-Valencia que yo cogía en mi época de estudiante, donde solo los primeros en llegar tenían derecho al asiento. Era curioso ver como el revisor trataba de cumplir su trabajo de cobrar los billetes moviéndose entre los pasillos atestados de gente. Al tren yo lo llamaba “el último tren a Katanga”, en honor a la película de aventuras, un clásico en los cines de sesión doble. En la película unos mercenarios intentaban salvar a unos ciudadanos europeos que se hallaban en Katanga del ataque de unos rebeldes en la antigua República del Congo. De paso, o quizá en primer lugar, también trataban de recuperar una importante fortuna en diamantes. Para esta misión utilizaban un tren en el que embutían a todos los pasajeros
Pues parece que el flamante ministro socialista de transportes, Óscar Puente, pretende regresar a los momentos en el que se veía con envidia al último tren a Katanga. Como ha detectado que los trenes cada vez llegan mas tarde de la hora prevista y no pueden cumplir el compromiso de puntualidad, su decisión ha sido el de eliminar dicho requisito. Cuando las estaciones se colapsan y para poder llegar a tu tren lamentas no ser Spiderman, Puente echa balones fuera y recuerda a Franco. Cuando los trenes de compañías privadas ofrecen billetes más baratos que los de Renfe, les amenaza con subirles el canon.
Los socialistas no tienen soluciones y solo saben ya mirar al pasado. Llamativo que el director general de transportes, el valenciano Pere Rostoll, ante las acusaciones de caos e incompetencia, se limitara a recordar el accidente del metro de Valencia de hace casi veinte años.
¿Qué ha ocurrido? Solo tienen que mirar el perfil de los últimos ministros de transportes, José Luis Ábalos y Óscar Puente. O el de los asesores que el gobierno socialista colocó como el inefable Koldo. Las acusaciones de corrupción que pesan sobre algunos de ellos pueden dar la sensación de que, como los mercenarios de la película, su preocupación es mayor por los diamantes que por los pasajeros que cogemos el tren habitualmente.
Tengo la sensación de que Óscar Puente se ha achicharrado con esta crisis. Su imagen jugando al golf en contraposición con el caos en las estaciones y trenes es terrible. Y este caos es algo que todos los ciudadanos, exceptuando a los más somatizados por el poder socialista, sabemos que no es un bulo. No es un bulo porque nosotros, familiares o amigos lo estamos sufriendo habitualmente y no de forma excepcional.
Cuando abandonas el mantenimiento de las estructuras, cuando colocas a oscuros asesores sin preparación para tomar decisiones, cuando cambias a los funcionarios capaces de la toma de decisiones por otros más serviles, ¿qué puede salir mal?
Pues eso, que sorprendentemente, muchas personas están cogiendo el coche o aviones para realizar viajes que hasta ahora hacían en tren, que para revivir la experiencia del último tren a Katanga ya está el cine.