(Publicado en el diario el Mundo el 21 de Abril de 2014)
“Su actividad política ha comprometido a sus mejores amigos por aquí, y prácticamente nos ha privado de la posibilidad de ayudarle”. Aunque quizá esta frase nos suene como algo de actualidad, no pertenece, al menos que yo sepa, a ninguna conversación entre políticos del Partido Popular de la Comunidad Valenciana. Esa afirmación la escribió el famoso general norteamericano William T. Sherman al General Terry días antes de emprender una importante campaña contra los indios norteamericanos en 1876.
La persona a la que se referían en el comentario era el entonces más popular mando de los Estados Unidos, el general George Armstrong Custer. Éste se había metido en unos líos político-judiciales que habían disgustado enormemente al presidente Fabra, digo Grant. Grant había definido una línea roja y no quería que ninguna persona implicada en cuestiones de tal tipo fuese responsable en una importante campaña. No obstante, Grant estaba sometido a cierta presión dado que el que había cruzado la línea roja no era un cualquiera sino que era Custer.
Si Custer fuese un hombre de nuestro presente sin duda alguna sería un personaje mediático. Fue un gran relaciones públicas y un experto en utilizar los medios de comunicación. Solía invitar a corresponsales de prensa a que le acompañaran en sus campañas y cultivó su imagen de forma espectacular. Utilizaba uniformes espectaculares que junto a sus cabellos largos llamaban notablemente la atención, y que permitían dibujos que causaban una notable impresión en los que aparecía con el sable en la mano en feroces cargas. Todo ello le permitió contar con una opinión pública muy favorable que posiblemente jamás hubiese visto razonable que el presidente Grant le dejara en casa mientras se desarrollaba la más importante campaña contra los indios.
En aquellos días de 1876 seguro que Grant tuvo que contestar acerca de cuál iba a ser el destino de Custer. A poco más de un año de las elecciones una de las preguntas que más me hacen es si Sonia Castedo va a presentarse como candidata del Partido Popular. La verdad es que yo personalmente no sabría contestar, es posible que los altos cargos del Partido Popular tampoco. Nadie sabe si de tanto moverla de un lado a otro, la famosa línea de Fabra acerca de los imputados existe de verdad o si solamente se aplica a algunos. Es más que probable que la decisión final se retrase hasta el último momento, según dicen algunos para evitar que Castedo se presente bajo las siglas de otro partido o para como aseguran algunos, esperando una rápida decisión judicial le absuelva de todos los cargos.
Los extraños mensajes que manda el Consell sobre Castedo con la “desaparición” del Plan General (parece que nadie sabe dónde está) y la controversia en la Actuación Estratégica en Rabasa, tampoco clarifican demasiado la situación. Tampoco sorprende mucho, el candidato popular a Europa casi se conoce antes en la imprenta que confecciona las papeletas que en los medios de comunicación.
Al final, Grant escuchó a los generales superiores de Custer y primaron las posibilidades de victoria o el riesgo de culpa en la derrota que la famosa línea roja que había trazado. Días más tarde el General Custer fue informado que conduciría al famoso séptimo de caballería, pero bajo la supervisión directa del general Terry.
En una de las escenas más famosas del western, en la película Murieron con las botas puestas, era la esposa del General Custer, interpretada por una guapísima Olivia de Havilland, la que pedía al presidente Grant que no castigase a su esposo dejando salir a su regimiento sin él. En la realidad parece que fue el general Terry, superior de Custer, el que intercedió por él, se dice que dijo: «Custer, con lágrimas en los ojos, me rogó que le ayudase. ¿Cómo podía resistirlo?».
Como muestra de agradecimiento al ser confirmado su mando y salir hacia la lucha, parece que Custer comentó que «cortaría amarras» con Terry en la primera ocasión que tuviera.
Mucho más cinematográfico quedó, Errol Flyn, en el cine como general Custer, cuando le preguntan el destino de su marcha y contestó “¿Dónde va el regimiento?” “Al infierno, o a la gloria… Depende del punto de vista“.
En la actualidad, la gloria para muchos sólo puede ser repetir la mayoría absoluta, el infierno fue lo que encontró Custer en Little Big Horn, donde murió con todos sus hombres incluido el periodista que le acompañaba en aquella ocasión y que no pudo escribir una gran crónica de lo que allí sucedió.