(Publicado en el diario La verdad el 30 de Abril de 2014)
Es probable que si el capitán Edward John Smith hubiese sobrevivido a la tragedia del Titanic hubiese culpado de la misma a algún informe técnico que aseguraba que el barco era insumergible y que unos icebergs apenas podían causar daño considerable a la estructura del navío. El concepto de informe técnico debería tener una importancia mayor de la que algunos políticos le dan y por supuesto más del interés que algunos ponen a la hora de confeccionarlos.
Es sorprendente el partido de tenis que juegan miembros del equipo de gobierno y responsables técnicos, tanto en las diversas comisiones como en las propias sesiones del pleno del Ayuntamiento de Alicante, acerca de la autoría final de los informes. Unos dicen que un informe técnico es simplemente un informe de los técnicos que hay que cumplir, mientras en muchos casos los otros achacan a decisiones meramente políticas las que han inclinado definitivamente la toma de decisiones y que los técnicos solamente están para hacer recomendaciones.
Tras casi veinte años de gobierno, el Partido Popular ha conseguido definir una estructura donde, en muchos casos, los elegidos para ocupar los puesto de la cima de la pirámide son muy cercanos o al menos sensibles a la política del equipo de gobierno. Las formas más habituales han sido la elección a dedo de la mayoría de las jefaturas y la sensación creada de que remar en una dirección contraria al equipo de gobierno produce ciertas incomodidades, y sino que se lo digan al anterior interventor o a muchos funcionarios del Ayuntamiento incompresiblemente apartados de la toma de decisiones de primer nivel.
Recientemente se han producido un serie de acciones que han desacreditado la labor de los técnicos del Ayuntamiento y lo peor es que nadie parece sorprenderse. Por un lado, desde el equipo de gobierno se había esgrimido un informe de la Concejalía de Cultura para negar cualquier posibilidad de tirar ni siquiera un pequeño petardo en la plaza de Luceros ya que se ponía en riesgo la supervivencia del monumento que allí se encuentra. Posteriormente otros técnicos recomendaron cambiar una normativa para disminuir distancias de disparo y así posibilitar que las “mascletás” tuvieran lugar en la plaza de la Estrella, olvidando que al lado había una infraestructura de primer nivel como es la estación de tren. Así que, imagino que se tuvo que recurrir a los mismos técnicos de tráfico que afirmaban la imposibilidad de las lanzaderas a otras localidades, para que escribieran un informe indicando incidencia negativa para el tráfico de realizar tal evento alicantino en la plaza de la Estrella. Finalmente sólo se tuvo que pedir otro informe para, sin cambiar el ademán ni la sonrisa, pasar de no poder ni siquiera realizar una “mascletá” de prueba en Luceros, a realizar todas y cada una de las mismas en las próximas fiestas sin que al monumento le fuera a pasar nada.
Al vodevil de las mascletás habría que añadir todos los pliegos de condiciones presumiblemente “técnicas” que han conseguido que en Alicante en casi el setenta por ciento de las ocasiones sólo haya una empresa que concurra, cargándose así la libre competencia e imposibilitando obtener mejores condiciones económicas y de servicio para Alicante. El último episodio ha sido el del técnico que parece que desconocía los conceptos de precedencia de operadores (uso de paréntesis a la hora de definir correctamente una fórmula) y que ha obligado a repetir un concurso de varios cientos de miles de euros. ¿Decisiones políticas o técnicas con poca confianza y credibilidad?, la verdad que uno no sabe que pensar.
En una institución como el Ayuntamiento, los políticos marcan la política, pero la labor de los funcionarios es fundamental para poder llevar a cabo esa política por un lado y por otro lado denunciar si una determinada política es negativa para los intereses de la ciudadanía, siempre desde un punto de vista técnico. Por eso es imprescindible recuperar para el funcionario el concepto de “probo”, capacitado y comprometido con el servicio público. Hay que volver a hablar de mérito, capacidad e igualdad a la hora de que la gente pueda optar a un puesto de funcionario o pueda promocionar dentro de la estructura.
Es posible que si el capitán del Titanic hubiese hecho más caso a los informes técnicos correctos que al empresario que tenía como objetivo que el barco batiera records de velocidad, hubiésemos perdido una gran película y cientos de buenas historias, pero muchos viajeros hubiesen llegado a su nuevo mundo en busca de nuevas oportunidades.
alejandro saiz