finde losdias

(Publicado en el diario el mundo el 18/08/14)

Hubo un tiempo en el que el final de los partidos de fútbol callejeros o en los patios del colegio no los decidía ningún cronómetro, sino el fin de la luz que imposibilitaba continuar el juego con cierta normalidad. Siempre, era inevitable que un miembro del equipo que iba perdiendo (en muchas ocasiones por una gran diferencia de goles) gritara eso de ”el que meta este gol gana”. Era una frase que solía ser asumida por normalidad e incluso como un acicate más para incrementar la intensidad de los últimos minutos de juego. En el fondo se trataba de esto, de añadir diversión a algo que era poco más que jugarse la honrilla o el poder recalcar en el camino de vuelta a casa a tus amigos la gesta de la victoria. Algo tan asumido por todos los que hemos disfrutado de ese fútbol no podíamos ni imaginar que en un partido de liga profesional cambiaran las reglas del juego en el final de partido.

No pude más que evocar estos pequeños recuerdos cuando la portavoz del Partido Popular en el Ayuntamiento de Alicante, Marta García Romeu, glosaba la propuesta llevada al pleno (de manera urgente) en la que se pedía al apoyo a la propuesta de Rajoy de que el alcalde de cada ciudad fuera el de la lista más votada. Ante el advenimiento del fin del bipartidismo, consecuencia clara de una decadencia en la forma de hacer política por parte de los dos partidos que mayoritariamente han dirigido este país en los últimos años, no se pretendía subsanar los errores con un cambio en la forma de hacer política y de gobernar, simplemente se trataba de cambiar las reglas a menos de un año para el fin de las elecciones con el objetivo de que los nuevas reglas favorezcan al partido en el gobierno. Recuerdo que algo así hizo el presidente de Venezuela Hugo Chávez con críticas entonces de eminentes dirigentes del Partido Popular.

A nivel nacional tanto PP y PSOE se habían acostumbrado a no ganar las elecciones, sino más bien a que las perdiera el otro y les pusiera el gobierno en bandeja. Se han acabado los tiempos de Suárez o del primer Felipe González en el que la ilusión que transmitían garantizaban las victorias, ahora han sido los desastres del último González, Aznar o Zapatero los que daban las victorias a su rival. Pero esto en Alicante ya no es así, el desastre de legislatura que está llevando a cabo Sonia Castedo y su equipo, con una falta de iniciativa ya de por sí censurable pero ya con el aditivo de la corrupción es difícilmente soportable. En condiciones normales el Partido Socialista lo tendría fácil para hacerse con el poder, pero va a ser que no.
La decadencia de PP y PSOE se vio destapada descaradamente en dos momentos del pleno. El primero fue la intervención del concejal popular Juan Zaragoza, defenestrado por la propia Castedo a principio de legislatura, que en su primera intervención en el pleno recordó sutilmente los problemas judiciales inminentes de hasta tres de sus compañeros de partido helando la sonrisa inicial de la señora alcaldesa y haciendo poner un rostro más impenetrable que el de Marlon Brando a todos sus compañeros de bancada.
El PSOE que podía disfrutar del sufrimiento del contrario prefería engrandecer el suyo. En el mismo pleno que se presentaba una propuesta en defensa de los trabajadores, un sector del grupo socialista del Ayuntamiento había decidido despedir a dos de sus asesores (obviamente del otro sector), pero sin habérselo si quiera comunicado previamente, de tal forma que se enteraba antes la alcaldesa que los propios defenestrados. Obviando el post-pleno dantesco socialista ya no cabe más que decir que si no eres capaz de creerte las propuestas que presentas, jamás podrás convencer a los ciudadanos de que podrás gobernar razonablemente. Esto considero que forma parte de la estrategia del Partido Socialista alicantino para dejar de ser la segunda fuerza de la ciudad, pero para convertirse en la tercera o la cuarta.

Queda un largo curso para acabar la legislatura, pero parece cada vez más evidente que la solución no es el cambio de las reglas del juego sino una nueva estrategia más cercana a las necesidades de los ciudadanos. Hablar de transparencia, eficacia y honradez es muy fácil pero yo estoy totalmente convencido que llevarlas como principales bases de la gestión es mucho menos complicado de lo que muchos aseguran. Por eso no es necesario llevar a cabo ningún derribo brutal del sistema democrático sino más bien recordar con que objetivos fue creado.

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