El sectarismo tenía un precio

A mediados de los años sesenta, el director italiano Sergio Leone revolucionaba el sector cinematográfico con su trilogía de películas “la trilogía del dólar”. Lo calificaron despectivamente como “espagueti western”, pero realmente supuso la recuperación de las “películas del oeste” para el mercado internacional. Eran unas películas donde los “malos” seguían siendo “malos”, pero los “buenos” generaban ciertas dudas. Una de las escenas que recuerdo pertenecía a la “La muerte tenía un precio”, donde los protagonistas mantenían un curioso duelo al sol que se iniciaría cuando acabara la melodía de un reloj.

Aunque no al sol, un absurdo duelo es el que están manteniendo los responsables del Consell que dirigen la sanidad en la Comunidad Valenciana contra Ribera Salud, empresa concesionaria entre otras del departamento de salud de Torrevieja. Como en las películas de Leone, ambos juegan al despiste, tratando de confundir al espectador para que nadie sepa quienes son realmente los buenos y los malos de la película.

La comparecencia de la Consellera Socialista de Sanidad, Ana Barceló, y las intervenciones de sus socios de Compromís y Podemos, dejaron muchas sombras y escasas luces respecto a la justificación que les hacía embarcarse en un proceso complicado de reversión de la concesión, dentro de una crisis, como la del Covid-19, que ha dejado en una situación complicada al sistema sanitario valenciano.

No fueron capaces de mostrar ningún dato concreto respecto a la gestión sanitaria o económica que avalasen dicha decisión. Se limitaron a indicar en la comisión que era una cuestión meramente de ideología. Sí, como lo leen, una decisión que afectará inevitablemente a los valencianos usuarios del área de salud de Torrevieja ha sido tomada solamente por ideología. No esperen otra cosa del Botànic, es lo que hay.

A mi forma de ver las cosas, la toma responsable de decisiones implica saber a dónde quiero llegar, pero también estar seguro qué a ese lugar al que quiero llegar va a ser mejor del que me encuentro ahora. Eso implica, estudiar la información disponible, lo que incluye entre otras cosas analizar éxitos o fracasos de experiencias similares. Por supuesto, también evaluar diferentes alternativas que incluyen, la elección del momento adecuado para la toma de decisiones, y por supuesto como colofón final, exigen planificar concienzudamente los pasos a seguir.

Pero para el Botànic, nada de eso es necesario, se envuelven con la bandera de su ideología y con eso les basta. Fue llamativo que una de las cosas que parecía que más les molestara era que el propietario final de la empresa concesionaria es un fondo estadounidense. Imagino que si fuese cubano o venezolano a lo mejor estaríamos hablando de una prorroga eterna de la concesión, así como le otorgarían el premio al mejor servicio sanitario.

A día de hoy, la situación es que hay muchos departamentos de salud de la comunidad valenciana, como Alcoy, Vinaroz, Játiva, Ontinyent o Requena, con problemas serios de falta de personal y listas de espera que ya desbordan sus cajones, conduciendo a la desesperación por dolor a muchos valencianos. Pero la prioridad del Botànic es su ideología y su cruzada contra la sanidad privada.

Experiencias anteriores del Botànic, como la reversión del Hospital de la Ribera han supuesto un sobrecoste de 76 millones de euros y un incremento de la lista de espera quirúrgica en días de un veinticinco por cien.

El departamento de salud de Torrevieja es el de menor lista de espera de la Comunidad Valenciana, su reversión, según la sindicatura de cuentas, nos va a costar a los valencianos cerca de cuarenta y cinco millones de euros. Pero al Botànic esto no le preocupa, ya que no lo pagarán ellos, sino usted, yo y el resto de los valencianos. Pero como diría Sergio Leone, “el sectarismo tenía un precio”.

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