La tasa turística en tiempos del tripartito de izquierdas

En el despacho del President tres personas ríen, mientras al fondo una botella de Champagne reposa en medio del hielo junto a cuatro copas. Una de las personas que acompaña al President grita “Por fin hemos aprobado la tasa turística, vamos a conseguir que los extranjeros que destrozan nuestros bosques y playas, paguen”. La otra persona añade “Es un nuevo éxito del Botànic por la defensa de nuestro patrimonio natural en la lucha contra el cambio climático, bueno y que también nos dará un dinerillo para incrementar algo más nuestra plantilla de asesores, que tenemos elecciones a la vuelta de la esquina”.

Los tres volvieron a reír, pero sus carcajadas se cortaron cuando de repente se abrió la puerta y apareció, con semblante serio, el único cargo del partido socialista que se había opuesto públicamente a la tasa turística. Con paso firme se acercó al President y cuando estuvo a su altura la tensión podía cortarse con un cuchillo japonés de teletienda. Las dos personas que acompañaban al President y que representaban a los otros partidos del Botánic, preocupados, miraron al President y sonrieron cuando éste dijo “A mis brazos amigo, has hecho la mejor representación teatral desde que Al Pacino interpretó por primera vez al Padrino”.

El cargo socialista se fundió en un fuerte abrazo con el President mientras reía y decía “yo creo que el mundo de la interpretación es lo mío. He conseguido que por la mañana todo el sector me agradeciera el apoyo que les había dado para tratar de evitar la tasa turística, mientras por la tarde revisaba el decreto de la tasa turística y corregía todas las faltas de ortografía que habían dejado nuestros socios”.

Uno de los cargos del Botànic dijo “sin faltar eh” y cuando iba a continuar el President hábilmente dijo “vamos a brindar, tenemos una botella de Champagne que ya ha alcanzado su temperatura ideal”. El cargo socialista dijo “¿Champagne?, ¿no habéis elegido cava valenciano?”.

El otro de los cargos del Botànic se apresuró a decir “hombre, preferimos que sean los franceses los que destrocen su patrimonio natural, ahora cuando ganemos las elecciones vamos a promulgar un decreto para acabar con la agricultura intensiva y que solo se pueda cultivar lo que las madres naturaleza y tierra quieran”.

Tras unos minutos entre brindis y risas uno de los cargos del Botànic dice: “me tengo que ir, para celebrar la aprobación de la tasa turística he decidido irme a pasar ese fin de semana con puente a un hotelito de la montaña valenciana”.

En un hotel de la montaña valenciana llegan una pareja acompañada por dos niños, y dirigiéndose a la persona que estaba en la recepción le indica su nombre y que tiene una reserva. El recepcionista le responde “bienvenidos a nuestro hotel, ya veo que ha hecho el pago de la reserva por internet, solo faltaría pagar la tasa turística, cuatro personas por cuatro días por cuatro con veinticinco euros hacen un total de sesenta y ocho euros”.

El cargo del Botànic le responde “espera un momento muchacho, que nosotros no somos extranjeros, somos de aquí, de la Comunitat”. El recepcionista le responde sin perder la flema “claro, de hecho la gran mayoría de los clientes que tenemos en los hoteles valencianos son de la propia comunidad, pero la orden del tripartito de izquierdas que gobierna es clara, pago por estancia y persona”. “Entonces ¿los valencianos pagaremos más impuestos?, pero ¿cómo vamos a pagar tasas turísticas nosotros por dormir en nuestra Comunidad?” respondió con cara de enfado el cargo del Botànic.

En ese momento el recepcionista del hotel reconoció como el político que era a la persona que le estaba hablando y no pudo más que pensar “con todo el daño que el tripartito de izquierdas está haciendo al turismo, es bueno que a veces aparezcan brisas de justicia poética”.

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