Publicado en el Diario Información el 09.01.2010
Quizá una de las películas que más me impactaron en mi juventud fue «Beau Geste». En blanco y negro te sumergías en las aventuras y desventuras de tres hermanos enrolados en la legión extranjera en su lucha contra los árabes. Las escenas de una fortaleza totalmente rodeada por los árabes y con los legionarios resistiendo disparando tras las almenas de la misma quedaron en mi retina y consiguieron interesarme por cualquier novela o película que pudiera parecérsele. Así llegue a «El desierto de los tártaros», la novela de Dino Buzzati, la cual yo pensaba que me iba a ofrecer unas sensaciones similares. Nada más lejos de la realidad, pero no por ello fue una experiencia decepcionante sino más bien todo lo contrario. Cuenta la historia de un joven teniente que llega a una fortaleza perdida donde se supone que iniciarán en breve su ataque los tártaros. El teniente cree que su estancia en la fortaleza será fugaz, pero tras descubrir lo que parece una pequeña obra que puede facilitar la invasión, se dispone junto con toda la guarnición a preparar el inminente ataque. Los días, semanas y meses pasan y el joven teniente posterga cualquier posibilidad de retrasar su marcha de la olvidada fortaleza hasta poder detener a los tártaros. Cuando por fin los tártaros inician el ataque, el teniente, que ya no es joven tras el paso de los años, está enfermo y debe ser evacuado de la fortaleza sin poder luchar.
Es curioso que recuerde esta novela ahora con la propuesta de los dos partidos más importantes acerca de la creación de un pacto de educación que intente solucionar los problemas educativos existentes en nuestro país. Espero que mi visión pesimista acerca de las posibilidades reales de que un pacto por la educación riguroso se lleve a cabo esté equivocada.
El primer problema que nos encontramos es que debemos poner en común a todas y cada una de las comunidades autónomas que son las responsables de llevar a cabo su modelo educativo, curiosamente la educación fue de las primeras competencias transferidas, cuando en mi opinión debería haber sido la última o por lo menos haberse transferido de forma mucho más limitada.
Un segundo problema es que parece no querer reconocerse los errores cometidos por parte del PSOE cuando en su primera etapa en el gobierno modificó el modelo educativo, ni la lentitud por parte del PP en intentar mejorarlo en sus ocho años de estancia en el poder. La famosa LOGSE supuso el fin de la autoridad del profesorado y de valores como el esfuerzo por parte del estudiante.
Más grave es comprobar las decisiones que se han tomado en materia educativa en los últimos años. Con todos los problemas que existen hoy en día en la educación, las grandes decisiones tomadas por el actual Gobierno han sido ver cómo se cargaba la asignatura de religión, cómo imponía la «importantísima» educación para la ciudadanía o cómo se miraba hacia otro lado en los temas de abandono del estudio del castellano en algunas comunidades. La respuesta en nuestra Comunidad ha estado a la altura del Gobierno central, así que con tantos problemas como los que hay nos hemos dedicado a ningunear la famosa asignatura de la ciudadanía y propusimos impartirla en inglés, y no con uno sino con dos profesores.
Considero que algunas soluciones a la baja formación de nuestros estudiantes es la definición de un currículum mínimo para cada una de las etapas formativas del estudiante en todo el Estado español. Ese currículum debería fijar claramente los conocimientos a adquirir por parte del estudiante y obviamente debería impedir que aquellos que no los obtuvieran que pudieran finalizar la etapa en cuestión. Por ello se debería facilitar alternativas educativas a aquellos estudiantes que no tuvieran la aptitud o actitud para finalizar por ejemplo la ESO.
Es fundamental recuperar las asignaturas de Ciencias, como por ejemplo las matemáticas, vitales para cualquier formación posterior, que han sido postergadas por el mayor coste que supone al estudiante su aprendizaje. Y por qué no, recuperar con mayor interés la formación en historia de nuestro país independientemente de la comunidad en la que estudiemos. Creo que es crítico que si queremos seguir un camino juntos, es necesario que todos los españoles conozcamos lo que fuimos, lo que somos y lo que podemos ser.
Las palabras del ministro Gabilondo y de Cospedal traen algo de optimismo al sector educativo y considero que hay muchísimos miembros de este sector que esperamos ponernos a trabajar con ilusión siempre que desde el Gobierno y la oposición fijen una clara dirección de trabajo que sea independiente del partido que gobierne en cada ocasión. La construcción y progreso de un país moderno se basa en gran medida en la formación de sus ciudadanos, con lo cual es vital que nos pongamos a trabajar apoyando estas iniciativas para estar preparados para ese ataque de los tártaros que puede ser el pacto de educación, y para eso espero que los tártaros no sean dirigidos por unos gobernantes con capacidad de corrección que decidan aplazar el ataque.