Afrontar una aventura compleja puede tornarse en algo funesto si vas acompañado de tus peores enemigos, o al menos de los enemigos del estado que presides o defiendes. Algo así le pasó al gobernador de la provincia de Germania, Publio Quinto Varo, cuando al intentar pacificar la misma, confió la suerte de sus tropas al caudillo germánico Arminio. Si te adentras en territorio enemigo y desconocido, guiado por un traidor ¿Qué puede salir mal? Unos cuantos siglos más tarde, el candidato socialista Sánchez podría preguntarse lo mismo, al fiar su gobierno, ya no solo a la gente de Podemos por su ideología y sus extrañas relaciones con Irán y Venezuela, sino también a partidos que en ningún caso en los tiempos actuales podemos considerar leales al Estado Español. Del Partido Nacionalista Vasco jamás encontraremos ninguna referencia de lealtad excepto a sí mismo. Jocosamente, se dice que es el único partido abiertamente desleal desde horas antes de haberse creado. Hay muchos ejemplos, desde el famosos pacto de Santoña en plena guerra civil hasta los pactos de Lizarra con los filo terroristas cuando el cadáver de Miguel Ángel Blanco llevaba poco tiempo enterrado. De Bildu poco hay que añadir, pero seguro que las súplicas de Sánchez para conseguir que no le voten en contra, será una humillación para los socialistas que dieron su vida en la lucha contra el terrorismo. Por último, no podemos olvidar a Esquerra Republicana, que hace escasos meses estaba alentando un referéndum ilegal por la independencia de Cataluña.
Pues esos van a ser los compañeros de viaje del señor Pedro Sánchez en su andadura de gobierno. Según comentan los que sus fieles seguidores, Sánchez los va a engañar a todos. Algo así debió pensar el gobernador Romano Varo, que se adentró por los bosques de Teotoburgo con sus tres legiones, pensando que era más listo que el germánico Arminio. Varo era más político que guerrero, y pensaba que con sus buenas palabras podría llevar a cabo el dominio de Germania. Arminio se aprovechó de esa confianza, y mientras le enviaba promesas de eterna amistad, condujo a Varo y a su ejército a una terrible emboscada, donde las tres legiones fueron totalmente aniquiladas.
Lo terrible del gobierno de Sánchez son las previsibles, algunas conocidas y otras no, promesas a los independentistas. Conocemos ya por los tradicionales pactos previos de Partido Popular y PSOE con este tipo de partidos, que cuando los nacionalistas consiguen un avance jamás dan un paso atrás. Así se han gestado los beneficios fiscales del País Vasco o la dramática inmersión lingüística que arrincona a lo español y que ahora el Botánic de Puig y Marzá pretende implantar en nuestra Comunidad.
El emperador romano Augusto al conocer la magnitud de la derrota, según narra Suetonio, gritó desconsoladamente “Quintili Vare, legiones redde” (“Varo, devuélveme mis legiones”). Es probable que cuando la pesadilla del gobierno Sánchez acabe, podamos gritar lo mismo a encontrarnos una España totalmente diferente a la que tenemos y a la que los padres de nuestra democracia soñaron. Estos probablemente jamás pensaron lo que podía ocurrir si se dejaban las puertas abiertas a que fuesen los nacionalistas los que marcaran directamente la política en todo el Estado. Por eso, entiendo que ante la crisis actual hubiese sido imprescindible un acuerdo de los partidos constitucionalistas para que se pudieran tomar unas decisiones que nos pudieran ayudar a sortear esta crisis. Una crisis te puede destruir o hacer más fuerte si eres capaz de aprender de los errores y ser valiente para tomar las decisiones correctas. No parece ser el caso de Sánchez, al que nos tocará intentar derrotar de forma democráticamente. Mejor antes que tarde, para que no tengamos que gritar desconsoladamente “Sánchez, devuélveme España”.