El último pleno

castedo

(Publicada en el Diario Información el 26/12/2015)

Aunque fuera el pasado lunes cuando abandonaba el salón de plenos visiblemente enfadada, parece que fue ayer cuando Sonia Castedo vestida de azul mostraba orgullosa la vara de alcalde tras las elecciones de mayo de 2011. El Partido Popular había obtenido su mejor resultado de la historia en Alicante. Es posible que fuesen aquellos momentos de tantos flashes y palabras de aduladores los que le cegaran pero también es posible que su modelo de gestión basada en el populismo y en los apoyos clientelares jamás iba a funcionar en una época de crisis.

La gestión de Zapatero había sido terrible, no mucho peor que la de Camps al frente de la Generalitat, pero sólo sirvieron de excusa para los primeros meses de gobierno. En el fondo la mayoría de alicantinos esperaban y confiaban que Castedo iba a ser un revulsivo para la ciudad.

No obstante las primeras medidas que puso en marcha fue las de intentar laminar a la oposición a través de la reducción de exclusivas de los concejales, pero sólo lo consiguió con el Partido Socialista que desde aquellas medidas no consiguió remontar el vuelo en el Ayuntamiento.

Desgraciadamente para Alicante, Castedo no puso en marcha medidas que potenciaran la creación de empleo y riqueza en la ciudad, obviamente es discutible si fue por falta de capacidad o de voluntad de romper ese modelo clientelar y de amistades peligrosas que le habían conducido al estrellato.

Las amistades peligrosas y su carácter altanero han sido su perdición. Poco más de un año tras la toma de posesión como alcaldesa fue imputada por tráfico de influencias junto con su predecesor en el cargo, Luis Díaz Alperi. En aquel momento visité por primera vez su despacho y le comuniqué personalmente que iba a solicitar su dimisión, recuerdo que me dijo que era inocente y que ningún responsable político podía aguantar un año de grabaciones de teléfono por parte de la policía. Yo le dije que iba a ser muy difícil que llevara en paralelo su defensa jurídica y la gestión y representación de una ciudad como Alicante, y que era mucho más que probable que se manchara el nombre de la ciudad. El tiempo me ha dado la razón.

Era curioso que Castedo pidiera ser juzgada lo más rápido posible mientras con todo tipo de tretas e incluso con ingeniería del aforamiento intentaba retrasar el momento del juicio. Así, Castedo iniciaba a partir de ese día su lucha contra los tiempos de la justicia mientras la crisis crecía de forma galopante, y lo hacía de la misma forma el sentimiento ciudadano en contra de la corrupción.

Definitivamente la batalla la perdió en el momento en el que fue foco mediático de toda España. Su carácter le había impedido mantener un perfil de actuación bajo como me comentan que le habían solicitado. Muchos de sus compañeros de equipo, que antes le adulaban , manifestaban que no querían seguir su previsible final. Incluso, Castedo tuvo que soportar hace dos meses que se aprobara en su Ayuntamiento una moción de UPyD en el que se solicitaba la exclusión de imputados por corrupción en las listas electorales.

Alguien como Castedo que creía manejar los tiempos perfectamente ha debido sufrir al darse cuenta que definitivamente eso ya no era así, y desgraciadamente le ha hecho efectuar una salida chusca y poco digna. Anunciar que dejaba el cargo de alcaldesa de Alicante a través de las redes sociales no ha sido algo a la altura de nuestra ciudad. Debería haberlo hecho o bien en el pleno o bien en una rueda de prensa en el que explicara sus motivos y contestara a las preguntas y que no nos conformáramos con las hipótesis.

Parece que le va a sustituir D. Miguel Valor, al que le deseo la mejor de las suertes por el bien de nuestra ciudad, aunque es curioso que hayan tenido que llegar hasta el concejal número ocho de la lista para encontrar alguien digno para ocupar la alcaldía de la ciudad. Cosas de las listas del PP.

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