(Publicado en el diario El Mundo el 27/07/2013)
Se cuenta que Julio César dudó a la hora de cruzar el Rubicón por lo irrevocable en sí de lo que suponía esta acción. Es posible, que las mismas dudas las tengan los máximos responsables del equipo de gobierno del Partido Popular a la hora de tomar la decisión de acogerse al segundo rescate o no. Es una decisión de máxima trascendencia por todo lo que supone, de hecho es una confirmación del desastre de gestión económica que se está llevando a cabo en el Ayuntamiento de Alicante.
No podía ser de otra manera, cuando el máximo responsable de Hacienda, Juan Seva, ha repetido en más de una ocasión que cuadrar el presupuesto es cubrir las necesidades de todos los ciudadanos. Es la reafirmación de que el anterior presidente de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, es la inspiración de los dirigentes populares en Alicante.
Obviamente el objetivo de cualquier dirigente debe ser cubrir las necesidades de sus ciudadanos, pero debe ser consciente de las limitaciones presupuestarias, y por supuesto debe utilizar al máximo conceptos que son la eficacia, eficiencia, innovación, imaginación y un largo etcétera.
Desafortunadamente esto no es así. En unos pocos meses se ha podido comprobar la incapacidad para ahorrar en capítulos tan importantes como son las contratas. Es notorio que todo empresario español tiene la sensación de que en los concursos del PP de Alicante el pescado está vendido.
Cuando algún empresario audaz o inconsciente ha dedicado tiempo y dinero para presentar alguna oferta alternativa a los de siempre, ha podido comprobar como era laminado inmisericordemente en la valoración “subjetiva” de los técnicos, que parecen querer que nada cambie y que no les importa si el montante de lo que tiene que pagar el Ayuntamiento por unos servicios es mayor o menor.
A los hechos me remito. En la contrata de limpieza viaria y recogida y tratamiento de residuos, hablamos de 420 millones, una sola oferta; en la de gestión de zona azul y ORA dos ofertas y en la de limpieza de colegio sólo 3. En estas dos últimas todo parece apuntar que la van a ganar los de siempre a pesar de presentar la oferta más cara.
Dentro del aspecto de personal también hemos podido comprobar como se aumentaba de forma notable el sueldo de los bomberos, dada la incapacidad de Juan Seva de enfrentarse a la presión recibida por este colectivo. Esto ha abierto la puerta a otros colectivos que saben cual es el camino marcado para conseguir aumentos de sueldo.
Ante los números rojos la alternativa era el rescate, pero da la sensación que el equipo de gobierno pensaba que solicitar el rescate no les comprometía a nada, pero no es así, supone de facto que los hombres de negro del Ministerio de Hacienda gestionarían la cuentas del Ayuntamiento. Esto parece que les impediría seguir con la política populista que han llevado hasta ahora y que los incrementos de impuestos que deberían aplicar sobrepasarían notablemente los incrementos que ya han aplicado. La otra alternativa es no pedir el rescate y seguir guardando facturas en el cajón y dejando de pagar a honrados ciudadanos que han realizado sus servicios al Ayuntamiento.
Independientemente se pida el rescate o no lo único claro es que el modelo de gestión y las personas que lo han llevado hasta ahora deben cambiar. Es imprescindible ese estudio y reorganización del personal, donde se disponen de funcionarios muy capaces pero desaprovechados o desmoralizados por la cantidad de enchufados que ocupan puestos de responsabilidad que no están preparados para afrontar. Otro aspecto es gestionar eficazmente las contratas de forma que se obtenga el mejor servicio al menor precio y no al revés.
Por último aplicar la imaginación e ilusión que se dispone para generar riqueza en una ciudad como es Alicante, que tiene un sinfín de posibilidades.
Siempre he creído que las dudas de Julio César a la hora de afrontar su decisión más difícil son más literarias que reales dada la convicción del personaje. Pero también creo que las dudas del equipo de gobierno a la hora de pedir el rescate tampoco son tales, simplemente parece no preocuparles dada la frivolidad con la que hablan del asunto. Al final es posible que el último día lo pidan o no en función de si llueve la noche antes o si el número premiado en el sorteo de la ONCE es par o impar.