(Publicado en el diario información el 05/07/2013)
Benjamin Franklin, uno de los considerados padres fundadores de los Estados Unidos, dijo que en esta vida nada es seguro salvo la muerte y los impuestos. Voltaire, uno de los máximos representantes de la ilustración, parece que añadió que la diferencia entre ambas cosas es que la muerte sólo llega una vez.
En Alicante se está haciendo patente por momentos la sutil afirmación de Voltaire, los impuestos llegan una y otra vez sobre los ciudadanos por los más diversos aspectos, y llegan cada vez más elevados cuando la situación para poder hacerles frente es cada vez peor.
Creo que nadie discute la necesidad de los impuestos, de hecho la Constitución Española refleja que “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad”. Posiblemente hubiese faltado añadir que los gobernantes públicos que reciben dichos impuestos deberán gestionarlos con total eficacia, eficiencia, transparencia, honestidad y algunos calificativos más en los que todos pensamos.
Desgraciadamente no es así. Hace unos años, en una época de extrema bonanza, los gobernantes, acostumbrados a tener las arcas llenas, dilapidaban el capital disponible de las más diversas formas. La frase de que los mejores oficiales para acudir a los bailes no son siempre los mejores para actuar en una guerra se refleja en la actualidad del Ayuntamiento. Los equipos que gobiernan podían funcionar antaño con una ingente cantidad de medios que les permitían contratar y subcontratar actividades de forma que las palabras eficacia y eficiencia se podían olvidar con frecuencia, eso sin contar los casos de corrupción que parece que salpicaban algunas contrataciones. Pero ahora el baile ha acabado y la situación es mucho más complicada, no hay medios, hay más necesidades y lo que es más grave una notable falta de imaginación, capacidad de gestión y ganas de trabajar para poder sacar a la ciudad de la crisis en las que nos encontramos.
Parece que a nadie la ha preocupado que el contrato más caro del Ayuntamiento de Alicante, hablamos de más de 400 millones de euros, sólo ha tenido una empresa que ha concurrido al mismo y que ha ofertado una mísero descuento del 2 por ciento sobre el precio fijado. Ahora a la gestión de la zona azul sólo han concurrido dos. Es habitual que en otros concursos realizados en otras ciudades e instituciones, la competencia es feroz, compiten varias empresas ofertando mejoras al servicio y rebajas considerables. En Alicante no es así, hay una sensación palpable de pre asignación del ganador. Todo esto provoca que los precios con los que se pagan los contratos son más altos de lo razonable. Estos precios más caros repercutirán directamente sobre el ciudadano, ya que según amenaza el gobierno central para dar un nuevo préstamo a la ciudad será necesario que se repercutan totalmente el coste de los servicios a los ciudadanos.
La utopía de algunos grupos políticos que pedían más personal para la gestión de la zona azul y grúa, pero con menor repercusión para el ciudadano, es como decir que dos más dos suman siete. La del Partido Popular de huir hacia adelante para intentar conseguir que el Ayuntamiento llegue a las elecciones de Mayo de 2015 sin quiebra técnica parece menos razonable, ya que va a hipotecar durante los siguientes años, o décadas, a la ciudad.
Es imprescindible que los ciudadanos tengamos la conciencia de que el dinero público lo financiamos entre todos, e inevitablemente un mal uso de los fondos públicos, es un mal uso del dinero de todos y cada uno de nosotros.
La solución pasa por un cambio urgente en los equipos que gestionan la hacienda del Ayuntamiento, ya que los que nos han conducido a esta crisis no van a ser capaces de sacarnos de la misma, y por otro lado es imprescindible un pacto municipal entre los grupos para poder llegar a acuerdos estables de gestión económica, sin demagogias y sólo pensando en los ciudadanos de Alicante.
El recaudador de Luis XIV decía que el arte de recaudar consiste en desplumar un ganso de tal manera que se obtenga la mayor cantidad de plumas con la menor cantidad de graznidos posibles. Pero ahora ya no quedan plumas que quitar, por más que el equipo de gobierno del Partido Popular se empeñe en aprobar de forma sibilina subidas progresivas de impuestos. La solución no es cobrar más sino gestionar mejor.