El PP,  ¿defenderá el castellano en Alicante?

El PP, ¿defenderá el castellano en Alicante?


Como en la novela y en sus dos magníficas adaptaciones al cine, también en política “el cartero
siempre llama dos veces”. El grupo municipal del Partido Popular del Ayuntamiento de Alicante
va a tener que volver a posicionarse sobre el predominio lingüístico de Alicante. Actualmente y
de forma curiosa, Alicante está definida como ciudad de predominio lingüístico valenciano,
¡quién lo diría cuando vives aquí!
El jueves se votará en el pleno del Ayuntamiento una vez más si se actualiza al castellano. En
las anteriores ocasiones, el Partido Popular votó a favor de que se determinara Alicante como
zona de predominio lingüístico castellano. Es cierto que en aquellas votaciones el voto del PP
no era decisivo ante el sorprendente posicionamiento de los concejales del grupo municipal de
Ciudadanos, que no apoyaron la propuesta con lo que fue rechazada.
Esta votación que puede parecer algo baladí, no lo es, ni mucho menos. Este posicionamiento
implica realmente la lengua vehicular en el que se podrán o deberán impartir las asignaturas
troncales en los colegios de la ciudad, porcentajes mínimos de docencia en valenciano, así
como dar más o menos soportes a los proyectos lingüísticos que se defienden en algunos
centros educativos. Es más, tal como apunta este mismo diario “La Conselleria de Educación
que dirige José Antonio Rovira ha realizado una modificación de la Ley de Plurilingüismo a
través de la Ley de Acompañamiento de 2024 para eximir a las zonas castellanohablantes de la
Comunitat de la enseñanza en valenciano a partir del próximo curso escolar”. Fíjense si tiene
implicaciones la susodicha votación.
Las últimas encuestas realizadas por la Conselleria demuestran que en la ciudad de Alicante el
predominio de la lengua castellana sobre la valenciana es de siete a uno. También está
demostrado lo que dificulta estudiar asignaturas de cierta complejidad en una lengua que no
es la tuya. Lo único que les queda a los detractores de ese cambio es la tradición histórica y las
eternas referencias a la persecución malévola que, según algunos, hizo Franco del valenciano.
Yo no vivía en Alicante en aquellos tiempos, pero sí en Alcoy, donde se utilizaba habitualmente
el valenciano y no se notaba esa persecución. De hecho, recuerdo asistir con mis padres a
sainetes representados en valenciano, en locales abiertos y nada ocultos como si fuesen bares
durante la ley seca. Uno de esos sainetes del gran autor Armando Santacreu se titulaba “em
vieg negre pa eixir de negre”. Dicho libro seguro que no se hubiese prohibido por Franco, pero
lo hubiese tenido difícil hoy en día con los complejos progres de la actualidad.
Mas allá de mitos históricos, hay que preocuparse por el presente y futuro de nuestra
educación. Por eso es importante saber cuál es el posicionamiento real de los concejales del
Partido Popular en Alicante. El cartero ha vuelto a llamar a la puerta y vamos a poder
comprobar es si cambiarán de opinión y votarán con los socialistas, independentistas y
comunistas, o si están por la defensa del castellano y la libertad de elección de lengua
vehicular en la escuela.

La absurda guerra de las pancartas

La absurda guerra de las pancartas


No es una de las escenas más conocidas de la película “La vida de Brian”, pero sí que mantiene
la crítica corrosiva de la ineficacia de las organizaciones ante determinadas situaciones. En una
reunión de los miembros del Frente Popular de Judea, llegan al acuerdo de que hay que tomar
acciones inmediatas ante la ocupación romana, y repiten una y otra vez su acuerdo y de lo
importante que es dejar constancia de él. De repente llega a la reunión una joven del grupo,
ella les advierte que van a crucificar a Brian, y los miembros de su organización siguen
repitiendo que están de acuerdo en realizar acciones inmediatas para impedirlo, pero nadie se
levanta de la mesa, ni fija en que van a consistir esas acciones inmediatas.
Me recuerda mucho a las acciones que los grupos políticos proponen contra “la violencia
machista” o “la violencia contra los mujeres”, lemas utilizados por izquierda y derecha en la
última concentración en protesta por los recientes asesinatos de mujeres cometidos en
nuestra Comunidad.
Si obviáramos la gravedad del asunto, hemos llegado a una situación casi cómica, dónde
parece que todo el mundo está de acuerdo que hay que tratar de frenar esos asesinatos de
mujeres, pero que nadie es capaz de definir una estrategia para frenar la sangría. De hecho ni
siquiera son capaces de guardar los minutos de silencio tras la misma pancarta, ya se sabe “El
Frente Popular de Judea” y el “Frente Judaico Popular”.
Yo creo que estas concentraciones ya no tienen ningún sentido, una vez la sociedad ya se ha
concienciado del problema, y que de hecho es posible que provoquen un efecto nocivo
precisamente sobre las acciones en pos de conseguir la solución.
Los que hemos formado parte de esas concentraciones, hemos podido comprobar el ímpetu
con el que muchos políticos se dirigen para tratar de ocupar los lugares preferentes tras la
pancarta, o pancartas ahora, para luego, tras los correspondientes minutos de silencio, volver
orgullosos a sus despachos pensando que han hecho una labor impagable por la defensa de la
mujer. Y así, hasta el siguiente asesinato. Quizá si no se realizasen esas concentraciones,
algunos políticos tendrían algún cargo de conciencia y dedicarían algo de su tiempo a buscar
esas soluciones reales.
Hace unos años planteamos un trabajo de curso en Ingeniería Informática que consistía en el
diseño de aplicaciones para tratar de luchar contra esa violencia. En un curso, en el que la
absoluta mayoría eran hombres me llamó la atención lo concienciados que estaban con el
problema y la ilusión que dedicaron al desarrollo de esas posibles soluciones. También fue
curioso que uno de los estudiantes preguntara si los políticos de las pancartas creían
realmente que iban a frenar a los asesinos con sus minutos de silencio.
Yo de hecho, cada vez pienso que no hay demasiado interés en acabar con este problema,
además de que es prácticamente imposible. Para un sector de la política es un frente que les
es rentable mantener abierto.
Además, desgraciadamente hemos llegado a un momento en el que para parte de la sociedad,
fundamentalmente para la izquierda de este país, la gravedad de la violencia contra la mujer
depende si la mujer maltratada es de derechas o si el maltratador es de izquierdas.

El tono amenazante y violento del portavoz de Compromís, Joan Baldoví, contra la portavoz de
Vox, Ana Vega, en la pasada sesión de la Cortes hubiese sido criticado en portada de medios
escritos y noticia estrella delos programas de televisión si se hubiese invertido el signo político
de los protagonistas del enfrentamiento. Algunos dicen que se llama “la victoria de la izquierda
con el relato”.
Pero también es cierto que poco se puede esperar de la izquierda valenciana que le organizaba
actos de homenaje a su antigua lideresa, presunta implicada en asuntos de encubrimiento de
abusos de mujeres y menores.
Es hora de que las pancartas dejen paso a dotar de más medios a las fuerzas de seguridad y a
los servicios sociales para tratar de frenar esta lacra. También lo es de que los políticos que
gobiernan, en vez de contar las veces que se han puesto tras la pancarta muestren los
resultados, que parece que actualmente son igual de malos que hace unos años.
En la película, como no podía ser de otra manera dada la inactividad e incompetencia de su
grupo, Brian acaba crucificado. Pero lejos de la película y volviendo a la realidad actual, sería
deseable que con ese incremento de medios y mejora de protocolos de seguridad se pudiesen
evitar asesinatos, ya que es muy probable que esto no se conseguirá con el incremento de
pancartas.

Las vírgenes de Sánchez

Kids es una controvertida película, que en 1995 dirigió Larry Clark. La película cuenta un día en la historia de unos jóvenes de Nueva York y sus relaciones con el alcohol, drogas y sexo. Los principales protagonistas son Telly y Jennie. Telly es un joven que solo quiere hacer el amor con vírgenes y Jennie es una de sus conquistas, que se sigue preguntando porqué el cariñoso Telly parece que le ha olvidado una vez hizo el amor con él. La parte dramática de la película se inicia cuando Jennie descubre que Telly le ha infectado de SIDA y tiene que localizarlo cuanto antes para decírselo.

Las falsas promesas de amor, el olvidarlas cuando has conseguido tu propósito, el poner dicho objetivo por encima de cualquier consideración son la parte central de la película, pero también podrían ser la historia del socialista Pedro Sánchez en su camino a su investidura como presidente del Gobierno español. Sánchez no tiene ningún problema en ser cariñoso y convincente en sus promesas. Muchos como el nacionalista vasco Ortuzar cayeron ante su primera mirada y ahora mismo se están preguntando porque ya no les hace ningún caso y nadie les pregunta que van a hacer en las futuras votaciones. Nadie se lo pregunta porque el incompetente Ortuzar puso boca arriba sus cartas y negó al Feijoo cualquier posibilidad de acuerdo, en vez de mantener el tradicional pragmatismo que ha caracterizado siempre al PNV. Ahora que ya han perdido la virginidad con Sánchez ya no son interesantes, solo son una muesca más en la cabecera del dirigente socialista. Al PNV ya solo les queda ver como en base a su inutilidad van a ser sobrepasados por Bildu y mirar con pavor como el que les desvirgó vota con los filoetarras para apartarles del poder. Ese día no brindaré, pero seguro que una sonrisa se dibuja en mi cara.

A los republicanos catalanes de ERC les ha pasado lo mismo. Fueron los primeros desvirgados por Sánchez, pero todavía se creen eso del amor eterno y confían en que el presidente Sánchez les convoque el referéndum, mientras tanto siguen perdiendo votantes a espuertas.

Conociendo como les ha ido a estos, Puigdemont no se fía y quiere tener garantías antes de entregar su virginidad a Sánchez. Sabe que el día que lo haga, Sánchez va a pasar de él. Amnistía, indultos y referéndums de independencia se perderán en el olvido si no los consigue antes de que vote que sí  a Sánchez. Es lo que tiene ser un ”cambiante compulsivo de opinión” que nadie se fía de ti.

Sánchez se siente ganador, mientras PP y VOX siguen en un laberinto que probablemente les impida mejorar sus resultados ante un posible adelanto electoral. Sánchez puede presionar a Puigdemont que cualquier otra cosa que no sea su investidura como presidente, será malo para los separatistas y para las esperanzas de libertad del prófugo.

De Compromís nadie sabe nada, van a perder una oportunidad de oro para reivindicar el nacionalismo valenciano. Todo el mundo ya sabe que Compromís es un apéndice, lo que genera dudas es si lo son del PSOE, de Sumar, de ERC o de la nada.

Volviendo a la película Kids, acaba mal. En su carrera por evitar que Telly siga infectando a más jóvenes, Jennie llega a una fiesta, donde drogada, es violada por uno de sus amigos. A la mañana siguiente este, avergonzado se pregunta “Dios mío, ¿qué ha sucedido?”.

Me temo que esto lo pensaremos todos los españoles, sobre todo los que han votado a Sánchez, ante la deriva que previsiblemente va a tomar nuestro país cuando Sánchez y su cuadrilla nos gobiernen.

Feijoo y Mazón en Munich 1938

En octubre de 1938 el primer ministro británico, Arthur Neville Chamberlain, presentaba en el parlamento británico sus acuerdos con la Alemania nazi. Básicamente asumían las exigencias de Hitler sobre la anexión de una parte de Checoslovaquia a Alemania, todo ello con el objetivo de evitar una guerra en Europa. La gran mayoría de parlamentarios apoyó el acuerdo, sin embargo, brilló uno de los que se opuso certeramente al acuerdo con un memorable y desgraciadamente profético discurso. “No puede existir nunca la certeza de que habrá una lucha, si una de las partes está decidida a ceder por completo….Os dieron a elegir entre el deshonor y la guerra… elegisteis el deshonor, y ahora tendréis la guerra”. Como el lector probablemente sepa, aquel brillante parlamentario opuesto a la cesión continuada ante las acciones de Hitler era Winston Churchill.

Ceder continuamente, arrodillarse sin ningún tipo de vergüenza no es la solución ante las chulerías pretenciosas de algunos partidos políticos que pueblan el panorama político español y que ahora más que nunca parece que son imprescindibles para alcanzar el poder.

Es evidente que hoy en día es muy difícil que un partido democrático pueda sentarse a pactar con partidos que siguen alabando las gestas de los cobardes asesinos de ETA o de otros que siguen dirigidos por un prófugo de la justicia. Por eso jamás podré entender el empeño de los dirigentes del Partido Popular en tratar de blanquear al partido del prófugo Puigdemont. Hemos asumido que el socialista Sánchez ya está preparando el camino para el pacto con este tipo de partidos, lo que jamás podríamos haber imaginado es que Nuñez Feijoo le asfaltara el camino previamente para posibilitar estos acuerdos. Feijoo quería los votos y con esos intentos tan solo se va a quedar con el deshonor cuando Puigdemont pacte con Sánchez.

En las elecciones de nuestro país no gana el partido que más votos obtiene, sino el que consigue reunirlos con pactos con otros partidos. Se llama aritmética parlamentaria, pero parece que hay algunos que todavía sueñan con el bosque de los mil acres. El Partido Popular debería haber asumido cuanto antes esa derrota en el pasado julio y preparar una inteligente oposición al que probablemente será el peor gobierno para España, y eso que ya hemos sufrido algunos gobiernos infames.

Esa oposición hubiese empezado ganando el relato de que nunca se pactará con partidos solamente unidos por el odio a lo español. La última propuesta realizada por el lehendakari Iñigo Urkullu sobre la España plurinacional y las prebendas que deben recibir Catalanes, Vascos y Gallegos es un insulto a la inteligencia que ya justificaría la convocatoria de nuevas elecciones. Además, debería implicar dos acuerdos entre los grandes partidos. El primero que a partir de ahora los nacionalistas van a ser convidados de piedra y el segundo lugar, un cambio de la ley electoral para que este ilógico poderío de los partidos antiespañoles no pueda decidir el gobierno de España.

Nuestro compañero en ABC lo ha definido a la perfección “Urkullu habla peyorativamente del ‘café para todos’ cuando todos los españoles venimos pagando los capuchinos al País Vasco desde hace 45 años.”

Ante estas cosas, a los valencianos nos esperan momentos muy difíciles. No esperemos la ayuda de Compromís, que va a seguir siendo el mayor tonto útil de la política nacional, ya que le puede su odio a la derecha que su pretendida preocupación por la Comunidad Valenciana.

Por eso a mí me indigna que, ante este panorama, el gobierno de PP y Vox en nuestra comunidad ande despistado sobre el valenciano normativo y si a partir de ahora algunos van a dejar de hacer los tuits en bilingüe. Mientras tanto han ido explotando las minas que dejó el anterior gobierno de izquierdas en la Conselleria de educación en la asignación de plazas del profesorado.  Nos jugamos el futuro y toca recordar al presidente Mazón que este no es el camino.

La situación actual me recuerda a la escena final de la película Terminator, donde a la intrépida Sarah Connor en una gasolinera el dicen “dese prisa que llega una tormenta” y ella contesta con un lacónico “Lo sé”. Al menos ella iba preparada y es lo que nos toca, prepararnos ante la amenaza que supone el gobierno de socialistas, comunistas y antiespañoles.

Miedo a que te llamen facha 

En mayo de 1938 Alicante sufrió un terrible bombardeo por parte de la aviación italiana durante la guerra de civil. Era día de mercado, y las personas que estaban en las cercanías del Mercado Central fueron las que más sufrieron las consecuencias. Un bombardeo terrible y miserable, que cayó en el olvido a pesar de ser el que generó más víctimas durante toda la guerra civil. Curiosamente gracias a Picasso y a los lloros nacionalistas, solo el de Guernica perduró  en el recuerdo.

En el 75 aniversario del bombardeo, con el Partido Popular al frente del Ayuntamiento de Alicante, se inauguró un monumento que recordaba a las trescientas víctimas. Concejales de todos los grupos políticos dimos un pequeño discurso aquel día, pero cuando los dos concejales del Partido Popular salieron a dar el suyo, empezaron los abucheos. Era casi cómico ver las caras que ponían ambos, como si no entendiesen nada de lo que estaba ocurriendo a su alrededor. Su gobierno había organizado y financiado el monumento, había transigido con el mensaje que debería aparecer en el mismo y a pesar de todo les silbaban. Uno de los concejales que había preparado un discurso algo más extenso contando los significados de algunos de los detalles del documento se quedó con las ganas de hacerlo, y ante el incremento de los murmullos y algún que otro insulto, optaron por abandonar rápidamente el atril. 

Días más tarde cuando comentaba con uno de ellos los sucesos de aquel día, me permití decirle al concejal del Partido Popular que para la izquierda, ellos eran como los pilotos italianos que bombardearon Alicante aquel día, y lo peor de todo es que en el fondo hasta ellos mismos tenían vestigios de culpa como si realmente lo hubiesen sido. 

Estos recuerdos me volvieron a la mente cuando leí que el Presidente de la Generalitat, D.Carlos Mazón seguía con todos los proyectos pendientes de memoria democrática que había dejado inacabados la ex Consellera comunista Rosa Garijo. Algunos proyectos de esos habrían sido firmados rápidamente por la Consellera, una vez el tripartito de izquierdas fue derrotado en las recientes elecciones autonómicas. Yo entiendo que no deberían ser muy importantes si fueron iniciados en aquellos minutos del descuento. El Presidente hablaba de evitar incurrir en ilegalidades y tal, algo que no parece muy lógico dado el momento de la firma. En el fondo inevitablemente da la sensación del miedo de los populares a que les llamen “fachas”. Esto les ha provocado querer ser más aplaudidos por una izquierda que les desprecia, en vez de por sus propios votantes que cada vez andan más despistados. 

Es bueno tener memoria de la guerra civil, una vez pasados casi noventa años desde su inicio. Pero la memoria debe ser completa, y no de que unos eran los buenos y los otros eran los malos malísimos y que además son los que forman la derecha actual en España. Que unos eran los listos y que los otros eran los incompetentes, pero que nadie sabe muy bien porque finalmente ganaron la guerra.

Se lleva mucho tiempo contando la guerra civil desde un prisma irreal y además proyectándolo continuamente sobre los políticos actuales con un claro objetivo electoral. Es fácil escuchar que un político del Partido Popular o Vox es heredero directo de los ejércitos de Franco, pero que un miembro de Bildu no tiene absolutamente nada ver con aquellos que tiñeron cobardemente de  sangre nuestras calles durante muchas décadas.

Me permito dar un consejo al Presidente, si quiere continuar con los proyectos de memoria democrática: hágalo, pero cuéntelo todo. Continué con el proyecto de recuperación del campo de concentración de Albatera, pero también recupere alguna de las checas donde comunistas y socialistas torturaban y asesinaban impunemente. O si quiere seguir con reconocimiento al enterrador republicano de Paterna, que recuerde que, por ejemplo, en el picadero de aquella localidad fueron fusilados muchos religiosos o personas que su única pena era haber ido a misa o parecer un buen católico. 

El Partido Popular tampoco debería tener tanto miedo de que le vinculasen a los, según la izquierda, “fachas de Vox”, ya que también fueron habitualmente considerados “fachas” todos los partidos como UPYD y Ciudadanos que no pertenecían a la “izquierda progresista”. La habilidad de la izquierda se basa en conseguir que el Partido Popular solo pueda recurrir a los habituales traidores del PNV.

Los miembros del Partido Popular deben dejar de obsesionarse con hacer las cosas para evitar que desde la izquierda les sigan llamando fachas. Da igual lo que hagan, seguirán diciéndoselo igual a pesar de que sigan los proyectos creados por  la Consellera Comunista. Es hora de vencer con el “relato”, y para eso solo es necesario recordar el pasado sin ira y con objetividad, y mirar hacia adelante. O sea, dejar de creer que el 25 de mayo fueron los miembros del Partido Popular los que bombardearon Alicante, que nadie de los políticos actuales luchó en la guerra civil, pero que sí que hubo partidos actuales que estuvieron presentes en la contienda y que además de su incompetencia, aquellos años demostraron una crueldad sin límites. 

Yo no creo que Pedro Sánchez fuese descendiente de los torturadores aquellos, pero sí que es cierto que su partido en aquella época tiene mucho de lo que avergonzarse.

El PP y el amanecer zulú

En enero de 1879 el británico Lord Chelsford iniciaba la invasión del reino zulú. Las primeras escaramuzas le fueron favorables, parecía obvio que unos nativos armados con escudos de pieles y lanzas no podían hacer nada frente a los modernos fusiles de repetición que utilizaba su ejército. Esa confianza le hizo dividir a su ejercito en dos columnas, la que no dirigía él acampó en una llanura llamada Isandlwana , que no se les ocurrió fortificar dado el desprecio que tenían por la fuerza rival. Cuando Lord Chelsford oyó los disparos que venían de aquel lugar, se dirigió con su columna hacia donde se encontraba la otra. Al llegar pudo comprobar el desastre. Los zulúes habían aniquilado totalmente la columna, mutilando horriblemente los cuerpos sin vida de los soldados. Para evitar tal visión a su ejército, Lord Chelsford hizo retroceder a su columna antes de que amaneciera, un amanecer que aquel día fue zulú.

El amanecer tras las elecciones del 23J no fue favorable al Partido Popular, por mucho que con bailes intentaran disimular que los números no les cuadraban para poder formar gobierno, más allá de alianzas imposibles. Pero mientras Lord Chelsford asumió sus errores y cambió la estrategia para poder derrotar a los zulúes, el Partido Popular todavía permanece atenazado desde aquel funesto amanecer.

Lo primero que debería haber aprendido durante todos estos años es que el PP es el enemigo de la izquierda de este país, una izquierda que jamás pactará con él exceptuando en algunos pequeños ayuntamientos, dónde lo han hecho en la mayoría de los casos por motivos espurios.

Ignoro que pretendía Feijoo enviando una carta a Sánchez, o tratando de pactar con nacionalistas vascos y catalanes. El Partido Popular debería haberse dado cuenta que en este siglo solo ha podido pactar con VOX o con Ciudadanos y que difícilmente va a poder gobernar en solitario. No hay que olvidar que la gran gesta en Andalucía al derrotar al PSOE, se consiguió precisamente con la ayuda de dichos partidos. Su empeño en quitar del tablero a Ciudadanos y a Vox ha sido fatal. En Cataluña la desaparición de Ciudadanos ha dejado la puerta abierta para un gran resultado de los socialistas que al final ha resultado letal para los intereses populares. Su campaña de acoso a Vox no ha sacado del tablero a este, pero ha conseguido movilizar a la izquierda más moderada.

Ignoro qué fundamento tenía el sueño de Feijoo de gobernar solo con la ayuda del PNV. No hay que olvidar que el PNV fue el partido que traicionó a Mariano Rajoy una vez había conseguido todas las prebendas presupuestarias de este. Pero a pesar de todo esto, el empeño del Partido Popular en apoyar al PNV, para que consiguiese varios gobiernos forales y municipales a cambio de un “quid pro quo” similar a nivel nacional, ha acabado en una humillación. El PNV ni se ha dignado en sentarse a negociar un posible apoyo, esta vez con la excusa de Vox, pero hubiesen utilizado cualquier otra excusa si hubiese sido necesario. A lo mejor el PP debería empezar a tratar al PNV como a Bildu, como partidos tóxicos y que da igual apoyar a uno que a otro. Personalmente yo estoy convencido de que son dos partidos que tienen muchas más semejanzas que diferencias, los que tenemos unos años recordamos la actitud miserable del PNV durante los años de plomo de ETA.

Lo de tratar de hablar con el partido del prófugo Puigdemont, además de una humillación innecesaria, es un error que puede permitir la justificación de los inevitables pactos de lo que será el gobierno Frankenstein II.

¿Y ahora qué? Pues toca asumir la derrota, cuanto antes mejor y con la mayor dignidad posible y prepararse para la próxima batalla. Toca hacer una oposición dura sacando todas las inconsistencias que tendrá este gobierno dirigido por independentistas vascos y catalanes.

Preocuparse en ganar el relato, hacer comprender a los españoles que este gobierno es y será una ruina para nuestro país. Que el modelo económico subvencionado de Sánchez nos conduce irremediablemente a una argentinización ruinosa del país.

La otra alternativa es seguir pensando que las elecciones se van a ganar en solitario y que el objetivo inmediato debe ser acabar con Vox. Algo me dice que esta estrategia acabaría como Isandlwhana y sufriríamos otro amanecer zulú.

La sanidad y la oscuridad de Einstein

Hace escasos días, un médico especialista me confesaba que un cuarenta por ciento de las citas que le habían asignado no se presentaban. Comprobó que no era un caso aislado y comunicó la incidencia a los responsables del hospital. Estos, entiendo más preocupados en servir a los que les habían colocado en dicho puesto, le pidieron que investigara el asunto si así se quedaba más tranquilo, pero que en el hospital no disponían de medios para realizar un análisis detallado de las posibles causas. El médico inasequible al desaliento empezó a realizar las llamadas pertinentes a los pacientes que no habían acudido a su cita. Pudo comprobar que además de algún despiste, en la mayoría de los casos estos le confesaron que dado el tiempo de espera que les pronosticaban, habían preferido buscar la solución alternativa que había consistido o bien en acudir a los servicios de urgencias, o bien a la sanidad privada.

Si pasamos a la atención primaria la situación no e mejor, ya que cuando pides cita a través de la aplicación, ya no sabes si el dato que te devuelve es el número de días que tienes de espera o el número de los apóstoles de Cristo.

Todo esto se agrava en determinadas áreas hospitalarias, las llamadas zonas de difícil cobertura, debido a la escasez de personal, dónde se incumple el objetivo de que todos los valencianos tengamos el derecho a una misma asistencia sanitaria independientemente del lugar en dónde vivimos. Esa diferencia de calidad asistencial va a ser una broma cuando el previsible pacto del socialista Sánchez con los “indepes” catalanes y vascos conlleve a unas inversiones en materia sanitaria en estas comunidades a las que nos privarán al resto. Como vulgarmente se dice “valencianos socialistas y comunistas disfruten de lo votado”.

Yo creo que ese desastre de gestión de la sanidad pública condenó en parte a la izquierda valenciana en las últimas elecciones autonómicas. Su discurso de que “viene la derecha a privatizar la sanidad” no atemorizó a los valencianos, ya que la espera a la que eran castigados no tenía ninguna relación con dicho mensaje. Además, las propuestas que lanzó el conseller socialista de sanidad de reducir la jornada laboral de los trabajadores sanitarios, a lo mejor consiguió algún voto entre los mismo, pero dudo mucho que pudiera hacer comprender a los usuarios del servicio que eso mejoraría el mismo.

Ahora tras la decepcionante gestión de sus tres predecesores, en la comunidad valenciana tenemos un nuevo conseller, Marciano Gómez, que tiene un complicado reto que llevar a cabo y no es otro que el mejorar esa asistencia sanitaria. Yo entiendo que no se trata solo de presupuestar más dinero en el sistema, aunque esto facilitaría las cosas. Tampoco se trata de cambiar a los directores y gerentes actuales con carné del PSOE por otros con carnet del PP, sino en poner a las personas más preparadas al frente.

Por supuesto es vital analizar adecuadamente las peculiaridades de las necesidades de asistencia sanitaria en el momento en el que vivimos y que requiere de muchos cambios en el planteamiento de gestión. Hay que abrir la mente para gestionar mejor y tal vez no tener miedo en trasgredir algún dogma que se utiliza desde hace décadas. Por supuesto, dada la escasez de profesionales sanitarios, es imprescindible evitar que pierdan su tiempo en tareas burocráticas y lo puedan dedicar a esa atención del paciente o al estudio de nuevos modelos de tratamiento.

La izquierda valenciana medía sus resultados en base al incremento de la cantidad que asignaba al capítulo de sanidad en  el presupuesto y en el número de centros de salud que decía que iba a hacer, aunque luego no hiciera ninguno.

Einstein decía que la oscuridad no existía, que realmente la oscuridad era la ausencia de luz. En la sanidad pública valenciana se inicia una nueva etapa con la llegada de luz. Del nuevo conseller depende que esa luz siga encendida mucho tiempo o vuelva la época de tinieblas del Botànic. Y para eso toca medir tiempos de espera, eficacia en los tratamientos y muchos aspectos más que por cierto ya evalúan muchos sistemas sanitarios privados y públicos de otros países. Al final se trata de que las acciones a tomar vengan determinadas para mejorar esas mediciones y no para satisfacer a ciertos dogmáticos 

Ciudadanos y los huérfanos de la tormenta

Es posible que hayamos vivido en un periodo político tormentoso que nos hiciese creer la posibilidad de cambiar mucho más las cosas en España de lo que estamos acostumbrados

Publicado en el diario ABC el 14 de julio de 2023

“¡Dios mío! – exclamó Julia- ¿Dónde podremos escondernos durante el buen tiempo, nosotros, los huérfanos de la tormenta?”

Un viaje en trasatlántico, una pareja de viejos amigos que inician un amor larvado con el tiempo, una tormenta en alta mar que lo posibilita, ya que hace que solo Julia y Charles puedan disfrutar del viaje, mientras sus parejas permanezcan en sus camarotes sufriendo insoportables mareos. Pero como dice Julia, la tormenta finalmente acabará sin dejar lugar para esconderse de la dura realidad con lo que toca enfrentarse. Esta historia forma parte de uno de los capítulos finales de la fenomenal serie británica “Retorno a Brideshead” basado en una novela de Evelyn Waugh.

Es posible que hayamos vivido en un periodo político tormentoso que nos hiciese creer la posibilidad de cambiar mucho más las cosas en España de lo que estamos acostumbrados. Hace cuatro años Ciudadanos obtuvo un resultado espectacular en las elecciones de abril y mayo. A pesar de eso, sigue habiendo gente que el resultado podía haber sido mejor del que fue, no soy yo de esas personas dada la estructura y asentamiento que tienen algunos partidos, lo que les da una ventaja notable. En cualquier caso, aquel resultado posibilitaba ser actor principal de la política española, pero los dirigentes entonces prefirieron ser actores de reparto. Ya no tiene sentido volver a analizar donde se empezó a perder el Perú, sino que hacer ahora cuando la tormenta amaina y nos enfrentamos a unas elecciones donde nuestro voto ya no está tan meridianamente claro.

Han sido muchas elecciones participando de forma muy activa a lo largo de toda la geografía española, con éxitos y fracasos, pero siempre con expectativas, hasta llegar a las de julio de 2023. Como Julia y Charles nos toca afrontar la decisión, para mí clave, de qué votar. Algunos compañeros están haciendo campaña activa por la abstención. Me dicen que no hay ningún partido que representa los ideales de Ciudadanos. Yo replico que al menos no son decididamente antiliberales como el gobierno que puede resultar si Pedro Sánchez consigue la mayoría suficiente junto con lo peor de la política antiespañola.

En el debate del lunes pasado entre el socialista Sánchez y el popular Feijoo quedó bastante claro que el primero va a pactar con quién sea necesario para alcanzar el poder.  Pues yo qué quieren que les diga, a mí me molesta especialmente que sean los de Bildu, Sumar, ERC y PdCat entre otros, los que dirijan un país en el que no creen, mientras de forma paralela los amigos de Sánchez destruyen entidades públicas como es el caso de Correos. La mejor forma de evitar esto es votar a la alternativa, y no es otra que votar a los partidos de la otra parte del arco parlamentario como serían Partido Popular o Vox. Puede que sea pragmático, pero siempre hay que elegir la mejor opción, aunque no sea la que hubiésemos soñado.  Pero como dijese el primer ministro británico, Winston Churchill, en plena segunda guerra mundial “Si Hitler invadiera el infierno, me gustaría por lo menos hacer una referencia positiva al diablo en la Cámara de los Comunes”.

Y es que los posibles aliados de Sánchez ya no se esconden. Los líderes de la izquierda independentista vasca y catalana ofrecieron recientemente un mitin conjunto en Durango y presumieron de su influencia sobre el presidente Sánchez diciendo «Lo que vaya a pasar en España lo van a elegir ERC y Bildu». Si esto es así, yo quiero que al menos que no sea gracias a mi voto al PSOE, Sumar o en blanco.

Como decían en la serie Retorno a Brideshead, “El alud había caído, dejando tras sí la ladera desnuda.”. El 23J toca reparar el alud y no profundizar en su hundimiento, y tal como profetizaba Albert Rivera, si ganan, den por hecho que Sánchez y su banda lo harán.

Johny Guitar, Yolanda y Ciudadanos

Johnny: Dime algo bonito.

Vienna: Claro. ¿Qué quieres que te diga?

Johnny: Miénteme. Dime que todos estos años me has estado esperando. Dímelo.

Vienna: Todos estos años te he estado esperando.

Johnny: Dime que te habrías muerto si no hubiera regresado

Vienna: Me habría muerto si no hubieses regresado

Johnny: Dime que aún me quieres como yo te quiero a ti.

Vienna: Aún te quiero como tú a mí.

Johnny: Gracias. Muchas gracias.

Es uno de los diálogos más memorables de la película Johny Guitar dirigida por Nicholas Ray. Sterling Hayden y Joan Crawford interpretan a Johny Guitar y a Vienna. El primero es un vaquero que llega a un pueblo del oeste y Vienna es la mujer que regenta la taberna de dicho pueblo. Ambos fueron amantes en el pasado y en su reencuentro son inevitables los recuerdos y la necesidad del autoengaño sobre el fin de su acabada relación.

A pesar de ser un western, la protagonista fuerte de la película es precisamente una mujer de armas tomar y carácter como es Vienna, en contra de todos los convencionalismos pasados del género cinematográfico.

En la línea de la película ha sido Yolanda Díaz la que parece se ha quedado con la antorcha de la ultraizquierda, dejando a Irene Montero e Ione Belarra mirando al espejo como la bruja de Blancanieves cuando detecta que ya no es la más guapa del reino. Obviamente el estilo de Yolanda Díaz no es el mismo que el de la gran Joan Crawford, pero sí que se acerca bastante a la facilidad con la que dice lo que su audiencia quiere escuchar. Su puesta de largo del otro día  y el seguimiento mediático de la misma fue todo un ejemplo de como mostrar el nacimiento de una nueva estrella. Una estrella que con un estilo comunicativo a lo Barrio Sésamo, y aprovechando la sucesión de errores no forzados cometidos por sus rivales en Podemos, se ha convertido en el referente de la izquierda del socialista Pedro Sánchez.

Ese debut filmado por Nicholas Ray al estilo Johny Guitar podría haber transcurrido así

español: Dime algo bonito

Yolanda: Todo va fenomenal en España y todavía irá mejor cuando yo sea la primera mujer presidenta del gobierno.

español: Dime que nuestras pensiones no corren ningún riesgo

Yolanda: Vuestras pensiones no solo no correrán ningún riesgo, sino que se revalorizarán mucho más todavía

español: Dime que el hacer pagar más impuestos a los que las sostienen no va a poner en riesgo la empleabilidad de los españoles

Yolanda: Nada, los empresarios españoles pagarán más impuestos con ilusión y no repercutirán los precios al consumidor final

español: Dime que nuestras condiciones laborales mejorarán

Yolanda: Se impondrá la jornada de treinta y cinco horas, no semanales, sino mensuales. Y las empresas españolas serán todavía más productivas.

Y así podríamos seguir con un montón de promesas más. Es curioso que las enumerase como si ella no formase parte del actual gobierno. Pero da igual, mientras en temas tan importantes como la sostenibilidad de las pensiones, Yolanda dice lo que la gente quiere escuchar, aunque sea mentira, otros partidos como es el caso de Ciudadanos dicen lo que la gente no quiere escuchar, aunque sea verdad. Es posible que muchos voten a Yolanda dada la tendencia al autoengaño que en ocasiones sufrimos. Pero, luego no deberían quejarse del resultado de estas políticas de aquí a unos años.  Ignoramos si Johny Guitar una vez pasada aquella noche siguió pensando que Vienna no le había olvidado o le entraría la sombra de la duda.

¿Sanidad pública o beneficencia socialista?

Decía el actor Ryan Reynolds que, “cuando tienes muchas expectativas, te estás preparando para la desilusión”. Algo así me ha ocurrido con la gestión del Conseller de Sanidad el Doctor Miguel Mínguez. Hombre afable, yo diría que entrañable y encantador, médico de formación y con una experiencia mucho más que contrastada.

Su primera intervención me encantó: “hay que poner en el centro de todo al paciente”. Esto es algo que yo venía defendiendo desde siempre, mientras su predecesora y los portavoces de sanidad de los partidos del tripartito siempre focalizaban su discurso en dos cosas primordialmente. La primera era la cantidad ingente de dinero que decían que invertían en sanidad y la segunda, la defensa sindical de los derechos de los trabajadores sanitarios, exceptuando a los médicos a los que parecen tener especial inquina. Pero parecían olvidar lo que dijo el primer día Mínguez sobre los pacientes, y es que en la Comunidad Valenciana cada día la atención que recibían era sensiblemente peor. Se ha incrementado el tiempo para poder ser atendidos por el sistema sanitario y se ha reducido el tiempo que les podía dedicar el médico de atención primaria dada la agenda sin fin que gestionaban.

Pero como si hubiese sido abducido por una de las vainas de la película “la invasión de los ultra cuerpos”, el conseller Mínguez parece ya no ser el mismo. Quizás cegado por las luces de la política, empezó a presidir inauguraciones de centros de salud u hospitales que solo existían dibujados por algún alto cargo socialista en las servilletas de un bar mientras tomaba café.

Me sorprendió el nuevo Conseller cuando desde mi grupo propusimos estabilizar a los MIR que realizaran su formación en la Comunidad Valenciana y nos contestó que eso rompería la gestión de las bolsas de trabajo, hablando de ellas como si hubiese sido Hipócrates el que hubiese propuesto el modelo. También recuerdo su inicial valiente afirmación en pleno de que los certificados de valenciano no deberían ser un requisito para poder trabajar en la sanidad pública, para ya verlo actualmente, quizás tras ser abducido por la progresía independentista, defendiendo lo contrario.

Pero quizá una de las cosas que más me ha molestado ha sido su cambio de criterio sobre las campañas de detección precoz del cáncer de mama. Su anuncio ha sido el de que se ampliaba la edad de las mujeres dentro del programa hasta los setenta y cuatro años, algo que todos aplaudimos. Pero la letra pequeña del Ximo anuncio era que, a partir de ahora, en la Comunidad Valenciana se abandonaba el sistema de doble visionado de las mamografías. Las mamografías no son el mejor sistema para detectar precozmente el cáncer de mama, pero su coste lo hace viable para poder ser utilizado en toda la población. Esa falta de fiabilidad se complementaba por esa segunda opinión complementaria o cruzada. Obviamente el Conseller propone este modelo para poder vender su campaña de cribados hasta los setenta y cuatro años pero descuida a partir de ahora a todas las mujeres. Es conocida la falta de radiólogos que quieran dedicar su jornada laboral tan solo a revisar mamografías, pero el conseller tampoco ha propuesto alternativas como la de formar a otros médicos que pudiesen realizar esas tareas.

Y el problema es que cada vez más la sanidad se gestiona como una sucesión de promesas incumplidas.

Al final el problema de la falta de médicos es endémico, pero los socialistas valencianos en vez de proponer soluciones se conforman con promesas de reducción de la jornada a treinta y cinco horas a los actuales para que no protesten.

Si a esto le sumamos la gestión de los MIR, en la que cada vez más son tratados como mano de obra barata y donde se ha normalizado su explotación, podemos encontrarnos con una migración masiva hacia la sanidad privada o a la de otros países.  

La última propuesta de la Conselleria socialista es una sanidad pública dónde el médico sea porcentualmente el menos importante, curiosamente todo lo contrario hacia lo que tiende la sanidad privada. Solo hace falta mirar la oferta de trabajo de cada uno de los dos modelos para comprobar que es así.

El futuro de la sanidad pública socialista tenderá hacia el antiguo modelo de Beneficencia, mientras la sanidad privada se dividirá en dos modelos, una básica gestionada por los seguros de salud y una de élite solo accesible por unos pocos. Y lo peor es que gente a la que considerábamos muy capaz, como el Conseller Mínguez, pueden ser cómplices de todo esto.

Oltra, mentiras y cintas de video

En poco más de dos meses y con un presupuesto bastante escaso, el director de cine Steven Soderbergh sorprendió con su opera prima.  Un cartel y un título sugerente, “Sexo, mentiras y cintas de video”, complementaron un guion y puesta en escena fenomenal que hicieron el resto para que esta película consiguiera un éxito notable tanto de crítica como de público.

En la película ninguno de los personajes es lo que parece ser, algo que se puede descubrir si se está atento a los pequeños detalles que pueblan toda la cinta. De una forma u otra, todos los personajes mienten y solo parecen decir la verdad cuando están frente a una cámara de video.

Sería positivo que pudiéramos conseguir conocer la verdad sobre un tema tan espinoso como es el tema de abuso de menores por parte del ex marido de la vicepresidenta del gobierno de la comunidad valenciana y líder de Compromís, la señora Mónica Oltra.

Los partidos que forman el tripartito de izquierdas aluden a conspiraciones judeomasónicas, en las que incluso se atreven a implicar a los jueces, para tratar de liberar de toda sospecha a la vicepresidenta Oltra.  Es curioso que, mientras tratan de aparentar cierto entusiasmo tras las intervenciones de Oltra, aplaudiendo como si no hubiese un mañana, agachan la cabeza cuando fuera de las cámaras de video se habla sobre el tema.

La justicia tiene su camino, muchas veces mucho más lento de lo deseado, pero el político tiene otro. Pero el caso huele muy mal, sobre todo si uno recuerda las actuaciones que la consellera Oltra tomó en un caso similar que sucedió casi a la vez. En aquel caso, la señora Oltra vació un centro de menores, el de Segorbe de las Hermanas Capuchinas, sin darles ninguna «posibilidad de defensa» tal como resolvió el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana. También se criminalizó al presunto agresor, luego absuelto de toda culpa. Curiosamente en el caso que afectaba al entonces esposo de la Consellera, la que acabó yendo esposada al juzgado fue la joven que sufrió abusos sexuales.

Pero el círculo parece que se va estrechando sobre la señora Oltra. Recientemente el juez ha imputado a otros cinco cargos de la Conselleria de Oltra por la gestión del caso de los abusos de su expareja, siendo ya nada más y nada menos que trece personas las investigadas en el proceso.

Todo esto se nota y va destruyendo la defensa de la segunda del gobierno del socialista Puig. En la reciente sesión de control de Corts Valencianes, Oltra ya basó su defensa en atacar la gestión del Partido Popular en algún caso similar, pero no pudo soportar el golpe cuando alguien le recordó que en aquel caso no estaba implicado ningún marido de alguna consellera.

Cuando la defensa de una gestión tan deficiente en algo tan crítico, solo se puede sustanciar en el ataque por casos ocurridos hace casi diez años, uno ya puede empezar a pensar que esa defensa se está quebrando. Además de todo esto, se van conociendo más aspectos de lo que parece que ocurrió y aparecen insospechados documentos en forma de comunicados, faxes e investigaciones paralelas, que no se sustanciaron por ejemplo en el caso de las Hermanas Capuchinas.

En general la gestión de la vicepresidenta Oltra ha sido tan nefasta que recomendaría en cualquier gobierno a un cambio, pero todo el asunto del abuso de menores lo hace obligado.

Es curioso que ante una pregunta al president Ximo Puig, sobre la nota a gestión de la señora Mónica Oltra, se conformara con darle un notable. Sería curioso ver la nota que le daría diciendo lo que realmente piensa ante la cámara de video del protagonista de la película de Soderbergh.

El médico, el colapso sanitario y el consultor despistado

“No debes dedicar tu tiempo a esa tarea, el precio de tu hora es mucho más cara que la de los administrativos”. Esas palabras fueron las que me dedicó hace unos años el mánager de mi equipo de trabajo en una consultora en la que yo trabajaba. El tema era la escritura de los informes que realizábamos en un tiempo en el que la informática personal no estaba tan extendida como ahora. Todos los consultores escribían sus informes a mano, para que después el equipo administrativo los pasara al editor de textos “WordPerfect”. Yo pensaba que yo podría adelantar el trabajo escribiendo el informe en el ordenador, para que luego otros hicieron el formateado final. Mi superior no pensaba lo mismo y me enseñó las tarifas de la hora de consultor y las tarifas de la hora de administrativo. Obviamente me hizo reconsiderar muchas de mis pensamientos iniciales acerca de los trabajos en equipo y las especializaciones de cada uno.

Mi trabajo en aquella consultora fue toda una experiencia positiva para asimilar muchos conceptos de trabajo en equipo, plazos, eficacia, eficiencia, medios disponibles, recursos escasos, rentabilidad, la diferencia entre lo importante y lo urgente,  y muchos más.

Todos estos conceptos se hacen fundamentales en la situación de colapso en la que se encuentra la sanidad pública y ante la que parece que nadie encuentra solución. El gobierno del tripartito de izquierdas se contenta diciendo que  han incrementado notablemente la inversión en la sanidad, pero lo único cierto es que los resultados objetivos son terriblemente desastrosos.

Hay un aspecto evidente y que puede justificar ese desastre, y es la capacidad técnica de las cúpulas directivas de la Conselleria de sanidad, así como de los principales responsables de los diferentes estructuras sanitarias. El tripartito ha buscado mayor lealtad y amiguismo por encima de la capacidad, con lo que el resultado obtenido es el esperable. Gestionar de forma eficaz una crisis con recursos escasos es complicado, pero más todavía si las personas que deben hacerlo no están lo suficientemente preparadas para ello. Para empeorar la situación,  a esa incapacidad hay que sumar su sectarismo contra el personal médico, que es precisamente uno de esos recursos más limitados.

Los médicos son el personal central de la sanidad, aunque obviamente esto no indica que el resto no sea importante. Pero no se entiende que, en todas las contrataciones de personal que está realizado la Conselleria destaque por encima de todo el escaso porcentaje de médicos que se incorporan. Todavía es más grave el hecho de que muchas de esas plazas de médicos que se ofertan, ni siquiera se cubran dadas las escasamente atractivas condiciones que tienen.

Es imprescindible hacer una oferta de plazas estables y razonablemente remuneradas que facilite el incremento de médicos disponibles en la sanidad pública. Si no se actúa pronto, muchos de ellos se irán a cubrir las ofertas de otras comunidades o países, o incluso engrosarán las listas de trabajadores de la sanidad privada. Es llamativo que, dada la incapacidad del gobierno de la izquierda progresista, esta sanidad privada está creciendo de forma imparable.

Pero además de todo esto, vuelvo al origen el artículo, dado que el médico es un recurso escaso, es imprescindible optimizar el uso de su tiempo y dedicarlo principalmente a las tareas en las que es especialista, que es la de la atención médica a los pacientes.

Los tiempos cambian, los sistemas cambian, las necesidades cambian y existen posibles mejoras de los procedimientos a seguir.  Por ello no se puede pretender seguir trabajando sin poner en dudas los protocolos que se están utilizando. A lo mejor unas pequeñas modificaciones mejorarían la atención de forma notable, sin incrementar el coste. Pero da la sensación de que la única medida de preocupación por la sanidad es el dinero que inviertes en ella. Lo de eficacia y tripartito de izquierdas se ha convertido en un antónimo. 

Es urgente estudiar los protocolos de trabajo que realizan, eliminando de sus listas de tareas las que podrían ser realizadas por otros colectivos, o que directamente no son necesarias. También se debe optimizar la usabilidad de los sistemas informáticos y no obligando al médico a pelear con ellos robándole parte del tiempo de su atención al paciente.